El Tributo de las tres vacas


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Autor: Fernando Muñiz – El café de la Historia


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Cada mediodía del 13 de julio, en el Valle del Roncal, el más oriental del Pirineo navarro, lindando ya con el aragonés, y desde hace casi siete siglos, se viene repitiendo de manera continuada una sorprendente ceremonia que está considerada como el tratado internacional más antiguo en vigencia de Europa.

El Tributo de las tres vacas

Ese día se cumple la orden establecida en el Tratado de Concordia del 16 de octubre de 1375 (un acuerdo redactado para solventar las hostilidades entre los habitantes del valle navarro del Roncal y del valle francés del Baretous), y así cortar los sangrientos enfrentamientos entre ambos bandos por la posesión de los derechos de los campos de pasto y su agua situados a más de 2000 metros de altitud en una zona conocida como la «Mesa de los tres reyes» en la frontera entre Navarra, Aragón y Francia que se venían produciendo desde mucho tiempo antes de la redacción de dicho tratado.

Nacido para poner paz entre los valles

Los antecedentes de este compromiso se pierden en las brumas del tiempo pero diferentes documentos atestiguan que todo empezó cuando, estando con sus respectivos rebaños en la fuente origen del litigio, un pastor roncalés, Pedro Carrica, se encontró a otro pastor francés, Pierre Sansoler. Hubo una disputa entre ambos de la cual resultó muerto Sansoler.

Al enterarse los familiares y vecinos de Sansoler, se organizó una expedición encabezada por su primo Auginar Sansoler hasta los valles navarros en busca de Carrica, y al no encontrarlo en casa mataron a su esposa que estaba embarazada.

Carrica, acompañado por numerosos vecinos de la zona cruzaron la frontera y se llegaron hasta la casa de la familia Sansoler en busca de venganza. Irrumpieron justo cuando Auginar estaba jactándose de su proeza resultando muerto tanto éste como todos sus acompañantes.

Mientras, en el vecino pueblo francés de Arette se organizó una razzia de venganza atacando a los roncaleses cuando volvían a casa cayendo muertos 25 navarros.

Al ver que las cosas se estaban saliendo de madre, el rey de Navarra y el vizconde de Bearn intentaron poner paz en los valles pero no lo consiguieron; poco tiempo después, en la llamada Batalla de Aguinzea que enfrentó a los habitantes de ambas partes de la frontera, cayeron en combate 53 navarros y más de 200 bearneses. Al final, se solicitó la mediación del vecino Valle de Ansó, que consiguió apaciguar los ánimos y bajo sus auspicios se redactó la conocida como Sentencia Arbitral de Ansó que dio forma al tratado de concordia de 1375 y que sigue vigente hasta nuestros días.

El Tributo de las tres vacas: un tratado de concordia

Dicho tratado, mal llamado tributo ya que se trata de un acuerdo entre iguales y no establece vasallaje, dicta que el derecho al agua y pastos pertenece a los franceses durante 28 días a partir del 13 de julio y después, y hasta el 25 de diciembre, a los roncaleses, debiendo entregar los franceses a los pueblos navarros tres vacas anualmente en concepto de compensación.

La piedra de San Martín es el lugar escogido para la celebración de la ceremonia a la que acuden los alcaldes navarros de Uztárroz, Urzainqui, Isaba y Garde para recibir el pago de sus vecinos franceses del valle de Baretous y, a partir de ese mismo día, pueden acceder a la parte española con sus reses con derecho pleno a pastos y agua durante veintiocho días.

La piedra de San Martín
La piedra de San Martín

El acuerdo también establece que los alcaldes de los pueblos franceses deben entregar dos vacas para el pueblo de Isaba y otra a repartir cada año entre los otros tres pueblos navarros.

Curiosidades del Tributo de las tres vacas

El tratado dictamina que los representantes franceses han de venir con traje convencional y ataviados con la banda tricolor francesa, mientras los navarros lo hacen vestidos de alguaciles del siglo XVI. El alcalde de Isaba, que oficia de presidente de la reunión y voz cantante del acto, espera solemnemente ante la piedra la llegada de los franceses.

Cuando estos se personan les pregunta tres veces si están dispuestos a pagar el tributo como en los años anteriores. Estos responden en español sí tres veces.

Tras esto, uno de los alcaldes franceses deposita su mano sobre la piedra y después, de manera alterna, van colocando sus manos una encima de otra y sobre todas el alcalde de Isaba coloca la suya además del bastón de mando y pronuncia en latín las palabras Pax avant, (Paz en adelante), respondiendo trambién Pax avant los franceses tres veces.

Inmediatamente después se invita a que si alguien tiene algún conflicto que exponer lo haga y -si los hubiere- una vez resueltos estos, se toma juramento a los guardias que vigilarán los pastos durante la vigencia del tratado.

A continuación, el veterinario de Isaba hace un reconocimiento médico a las vacas (que han de ser de dos años y en perfecto estado de salud) y, si es el caso, da el visto bueno. Hoy en día, las vacas vuelven a sus dueños franceses pero éstos pagan una cantidad de dinero estipulada a cambio de su correspondiente recibo.

Con esto, la ceremonia finaliza, se redacta el acta y se da la sesión por terminada procediendo a un banquete de hermandad entre los representantes de ambos lados del valle.

Esta fotografía de 1.892, hecha por Ignacio Coyne Lapetra, es la más antigua que se conserva de la ceremonia
Esta fotografía de 1.892, hecha por Ignacio Coyne Lapetra, es la más antigua que se conserva de la ceremonia

Curiosidades

En los siete siglos de vigencia del tratado constan algunas interrupciones excepcionales. Veamos algunas de las más llamativas.

Tras la Revolución Francesa y durante la llamada Guerra de Convención, los franceses no acudieron por considerar la ceremonia un acto feudal y los roncaleses, en represalia, invadieron el país vecino llegando a Arette, allí quemaron sus casas y se llevaron cuanto pudieron. Los franceses acudieron con las vacas pendientes y se acordó que desde ese momento, el tributo estaba por encima de las circunstancias políticas internas que pudieran ocurrir en ambos estados.

Durante la invasión napoleónica estuvo a punto de anularse el tratado pero los alcaldes franceses expusieron al emperador los acuerdos centenarios con sus vecinos navarros y la ceremonia siguió celebrándose con normalidad.

En 1944 el acuerdo se vio interrumpido debido a la invasión alemana de Francia y por temor a que aprovechando el acto, nadie pudiese cruzar la frontera huyendo del régimen nazi. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial los franceses fueron añadiendo una vaca más cada año hasta ponerse al día con sus vecinos navarros, perdonando éstos la última vaca en un acto de hermandad por parte de los participantes en el pacto.

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