Cuando pensamos en la tragedia del Titanic, solemos imaginar un trasatlántico majestuoso desafiando al océano, el iceberg fatal y una banda tocando hasta el último momento.
En 1943, el Tercer Reich quiso tener su propia versión de esta historia.
Esta es la historia de cómo Hitler y Goebbels intentaron usar el cine para reescribir la historia del Titanic… y fracasaron espectacularmente.
El Titanic como arma de propaganda
El nazismo comprendió rápidamente la utilidad del cine como herramienta de manipulación masiva. Joseph Goebbels, el omnipresente ministro de Propaganda del Tercer Reich, tenía una obsesión: crear la película definitiva para glorificar al pueblo alemán y desacreditar a los aliados.
En su mente una idea, ¿qué mejor historia que el hundimiento del Titanic para exponer la codicia británica y ensalzar la supuesta superioridad germánica?
Con este objetivo, Goebbels encargó la película “Titanic” al director Herbert Selpin. Y aquí empezó el primer acto de esta tragicomedia: Selpin no era, digamos, un gran fan del partido nazi ni de todos esos uniformes militares que desfilaban por los sets de rodaje.

Rodaje caótico: entre líos amorosos y guerras internas
Selpin aceptó dirigir “Titanic”, pero pronto descubrió que no sería una travesía tranquila. La película tenía el presupuesto más alto del cine alemán hasta la fecha, pero también un equipo plagado de oficiales de la Marina nazi.
Estos «asesores» parecían más interesados en seducir actrices que en colaborar con el proyecto. Selpin, cansado de su ineptitud, soltó un comentario sarcástico que le acabaría costando la vida: dijo que las condecoraciones de estos oficiales se debían más a sus “conquistas amorosas” que a sus logros militares.
El guionista de la película, Walter Zerlett-Olfenius, decidió traicionar a Selpin y reportó sus palabras a Goebbels. El director fue detenido por la Gestapo y, tras negarse a retractarse, fue hallado muerto en su celda.
La versión oficial: suicidio.

La película que Goebbels odió
Con Selpin fuera del panorama, Werner Klinger tomó el timón de la dirección. A pesar del caos, el resultado final fue una película sorprendentemente buena para su época, con efectos especiales impresionantes que recreaban el hundimiento del Titanic. Sin embargo, el propio Goebbels decidió prohibir su estreno en Alemania.

¿El motivo?
Las escenas de pánico y tragedia eran tan realistas que temía desmoralizar a la población alemana, ya agobiada por los cada vez más numerosos y masivos bombardeos aliados.
Titanic, 1943, el tráiler original
La película sí se estrenó en la Francia ocupada, donde tuvo un relativo éxito.
Pero no se llegó nunca siquiera a recuperar el dinero invertido, y el filme pasó a ser otro ejemplo de los proyectos megalómanos y fallidos del nazismo.
El Cap Arcona: último acto de la maldición
Si creían que la historia no podía ser más trágica, están subestimando al destino.
Para filmar “Titanic”, se utilizó como set el barco “Cap Arcona”. Este navío, que había sobrevivido al rodaje, no tuvo la misma suerte al final de la guerra. En mayo de 1945, fue hundido por aviones británicos, que lo confundieron con un transporte militar. A bordo viajaban más de 5,000 prisioneros de campos de concentración.
Solo sobrevivieron unos cientos.

Como si eso no fuera suficiente, la actriz principal de la película, Sybille Schmitz, fue marginada por la industria tras la guerra. Sucumbió a la adicción y acabó suicidándose en 1955.
Todo el proyecto parecía estar maldito desde el principio.
El Titanic nazi, un legado en las sombras
Tras el fin de la guerra, la versión nazi de “Titanic” fue recuperada y proyectada en Alemania Occidental, pero fue retirada rápidamente por su contenido antisemita y su retrato negativo de los británicos.

En Alemania Oriental, los soviéticos eliminaron las partes más propagandísticas y la utilizaron para criticar a los capitalistas occidentales. La película fue olvidada durante décadas hasta que resurgió en formato DVD en los años 90, donde los cinéfilos pudieron apreciar sus sorprendentes efectos especiales y especular si James Cameron se inspiró en algunas de sus escenas para su épico “Titanic” de 1997.
Titanic, 1943
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EL AUTOR
Fernando Muñiz
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor y lector empedernido.
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