Por si las relaciones humanas no eran lo suficientemente complicadas, permítannos presentarles al síndrome de Estocolmo, una joya psicológica que hace que las víctimas de secuestro desarrollen un cariño inexplicable hacia sus captores.
En este artículo, se sumergirán en el fascinante origen de este fenómeno, sus curiosidades y por qué el cerebro humano parece tener en ocasiones mecanismos ligeramente retorcidos.
Nos vamos.
Un atraco bancario, Suecia y un psicólogo muy creativo
El término «síndrome de Estocolmo» no es tan antiguo como podrían pensar. Se remonta a un caluroso agosto de 1973, cuando un banco en Estocolmo, capital de Suecia, se convirtió en el escenario de un atraco. Jan-Erik Olsson, un exconvicto, decidió que asaltar el banco Kreditbanken en Norrmalmstorg, pleno centro de la ciudad, era una gran idea. Para hacerlo más interesante, tomó a cuatro empleados como rehenes. Todo esto mientras exigía millones en coronas suecas y la liberación de un compinche, Clark Olofsson.

Lo curioso es que, durante los seis días que duró el secuestro, algo inesperado ocurrió: las víctimas comenzaron a simpatizar con sus captores. No solo eso, también desconfiaron de la policía, sus supuestos rescatadores. El desenlace fue pacífico, pero dejó a los psicólogos con una gran interrogante: ¿por qué demonios alguien desarrollaría empatía hacia quien amenaza su vida?

Fue el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot quien bautizó esta reacción como «síndrome de Estocolmo». Desde entonces, ha sido un tema de estudio, debates y más de un chiste en reuniones familiares.

Una cuestión de supervivencia: el cerebro juega sucio
Ahora bien, ¿cómo es que llegamos a esto?
Resulta que el cerebro humano tiene estrategias curiosas para garantizar la supervivencia. Cuando te encuentras en una situación extrema, como un secuestro, el miedo puede convertirse en un aliado traicionero.
En lugar de pelear o intentar huir, el cerebro activa un mecanismo de adaptación. Empiezas a buscar cualquier signo de humanidad en tu captor. Un comentario amable, una botella de agua ofrecida o incluso el simple hecho de que no te haya matado aún pueden parecer gestos entrañables.
Es así como se establece un vínculo emocional, una especie de contrato no escrito entre víctima y secuestrador.
Y aunque es el caso más famoso, no es el único.
Otros casos famosos de amor bizarro
Como decíamos, a pesar de que el caso de Estocolmo es el más famoso, no es el único. La historia está llena de ejemplos que demuestran que el síndrome de Estocolmo no discrimina ni época ni lugar:

- Patty Hearst (1974): La nieta del magnate William Randolph Hearst fue secuestrada por el grupo guerrillero SLA (Ejército Simbionés de Liberación). Lo curioso es que, poco después, apareció en fotos participando en robos bancarios junto a sus captores. Patty afirmó que estaba bajo coacción, pero el debate sobre si sufría el síndrome de Estocolmo sigue hasta hoy.

- Natasha Kampusch (1998): Esta joven austríaca fue secuestrada a los 10 años y retenida durante ocho años por Wolfgang Priklopil. Tras su escape, Natasha sorprendió al mundo al expresar cierta empatía por su captor, quien se suicidó poco después.

- Elizabeth Smart (2002): Aunque ella ha negado haber sufrido este síndrome, el caso de su secuestro y convivencia con sus captores durante nueve meses ha sido analizado bajo esta óptica por expertos en psicología.
No solo en secuestros: ¿el síndrome de Estocolmo en el día a día?
Aunque suele asociarse a situaciones extremas, algunos argumentan que el síndrome de Estocolmo también puede manifestarse en relaciones cotidianas, como en casos de abuso doméstico o entornos laborales tóxicos.
Por ejemplo, ¿has escuchado de personas que defienden a jefes explotadores porque «al menos nos dejan salir temprano los viernes»?
O de quienes justifican el comportamiento de parejas abusivas porque «a veces pueden ser muy cariñosos».
Estos patrones pueden ser una versión diluida del mismo fenómeno, donde la necesidad de supervivencia emocional toma el control.
Curiosidades que no sabían (o que no querían saber)
- No está en el manual oficial: Aunque el síndrome de Estocolmo es ampliamente conocido, no aparece en el DSM-5 (el manual de referencia para trastornos mentales). Esto se debe a que no hay suficiente evidencia científica que lo respalde como un diagnóstico formal.
- No siempre ocurre: Lógicamente, no todas las víctimas de secuestro desarrollan este síndrome. Factores como la duración del cautiverio, la personalidad de la víctima y las acciones del captor juegan un papel clave.
- Tiene primos lejanos: Otros fenómenos psicológicos, como el «síndrome de Lima» (donde los captores desarrollan simpatía por sus rehenes), también muestran cómo las emociones humanas pueden volverse impredecibles.
El cerebro, ese troll interno
El síndrome de Estocolmo es un recordatorio de que, a veces, nuestra mente tiene formas muy curiosas de lidiar con el peligro. Aunque puede parecer irracional, también habla de la increíble capacidad del ser humano para adaptarse y buscar conexiones, incluso en las circunstancias más terribles y adversas.
Y, ¿cómo acabó el atraco de Estocolmo de 1973?
Durante los seis días del secuestro en Estocolmo, las negociaciones no fueron cosa de aficionados. El entonces primer ministro sueco, Olof Palme, intervino personalmente en las conversaciones telefónicas con los rehenes y los secuestradores, en un intento de calmar los ánimos y evitar una tragedia. A pesar de la tensión creciente, la policía logró convencer a los captores de rendirse sin derramamiento de sangre.
Pero lo más surrealista vino después: una de las rehenes, Kristin Enmark, defendió públicamente a sus secuestradores tras su liberación. E incluso mantuvo contacto con Clark Olofsson durante un tiempo, llegando a visitarlo en prisión. La opinión pública quedó atónita: la víctima no solo había sobrevivido al secuestro, sino que había tejido un vínculo emocional con quien ayudó a perpetrarlo.

Este episodio, entre lo dramático y lo absurdo, cerró con rehenes vivos, captores encarcelados y una nueva entrada en el diccionario de rarezas humanas.
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Fuentes consultadas
- The New Yorker – “The Bank Drama” (1974)
https://www.newyorker.com (The Bank Drama Stockholm 1973″) - BBC News – “Stockholm syndrome: The bizarre story behind the term”
https://www.bbc.com/news - American Psychological Association (APA)
https://www.apa.org
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EL AUTOR
Fernando Muñiz
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.

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