Massiel, la estrella que sobrevivió al ataque más absurdo del fascismo español
Autor: Fernando Muñiz – El café de la Historia
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Hay que reconocer que España tiene un talento especial para mezclar la tragicomedia con los sucesos históricos más surrealistas. En esta ocasión, el escenario no era un plató de cine, sino la casa de Massiel, la ganadora de Eurovisión en 1968.
La artista no solo se convirtió en la cara visible de la música española de la época, sino también en un blanco perfecto para las ideas más rocambolescas de un grupo de fascistas amateur.
Y sí, decir «amateur» es ser generoso. Ya verán porqué.
Beethoven, bigotes hitlerianos y una nevera que nunca pidió ser decorada
Empecemos por la escena del crimen, porque esto tiene más de sketch de humor que de operación de comando.
Los encapuchados, con la sutileza de un elefante en una cacharrería, se colaron en la casa de Massiel dejando un rastro que ni un mono con un cubo de pintura. En el piano de la cantante, pintaron la frase “Beethoven, sí”. Un mensaje que, en fin, más que intimidante, parece un intento de llamar la atención por parte de un club de fans decimonónico.
Por si eso no fuera suficiente, sobre un cuadro con un retrato de Massiel, los genios del arte postmoderno decidieron dibujarle un flequillo y un bigote hitleriano. El toque final: las siglas P.E.N.S., el Partido Español Nacional-Socialista, marcadas en la nevera, como si este electrodoméstico tuviera algún papel importante en su discurso ideológico.
Las esvásticas, cómo no, también hicieron su aparición estelar. Todo ello con la elegancia de un dibujo de tu sobrina de preescolar.
Una irrupción digna de una comedia negra
El ataque ocurrió en 1975, en los últimos estertores de un régimen franquista que ya iba dando tumbos hacia el abismo. Massiel regresaba a casa acompañada por su portera y un técnico de televisión. Lo que debía ser una tranquila llegada a su hogar se convirtió en un mal plano-secuencia de película de terror de bajo presupuesto.
Dos encapuchados armados con una pistola y un cuchillo se abalanzaron sobre ellos.
La escena debía ser surrealista: tres personas aterrorizadas ante dos tipos cuya principal arma parecía ser la confusión.
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El grupo no tardó en mostrar su torpeza. En lugar de comportarse como los villanos eficaces que probablemente soñaban ser, uno de ellos, visiblemente nervioso, empezó a justificarse: «Cumplimos órdenes». Sí, claro, órdenes directas del Führer.
La cantante intentó dialogar con este par, pero los intrusos la advirtieron de que podrían obligarla a hacer lo que ellos quisieran. Massiel no se dejó intimidar y respondió con firmeza: «A mí, lo dudo».
Entre dudas, amenazas y momentos de silencio incómodo, el joven fascista intentaba aparentar ser más duro de lo que era, mientras que Massiel, con un temple de acero les dijo: “Ya sé de qué vais”.
La paciencia de Massiel y la promesa más absurda
El culmen de esta tragicomedia garbancera llegó cuando Massiel, con una mezcla de hastío y sarcasmo, les propuso un trato: “Si dejáis salir a estas personas, yo esto lo olvido y me voy con vosotros adonde queráis”.
Finalmente, los atacantes, con la misma sutileza con la que entraron, se largaron, no sin antes pedir algo inaudito: “Por favor, no pidáis auxilio antes de quince minutos”.
La verdadera víctima: Adelina, la asistenta
Aunque Massiel supo mantener la calma, no podemos decir lo mismo de Adelina, su joven asistenta leonesa. La chica, recién entrada en la mayoría de edad, terminó con una crisis nerviosa que la llevó al hospital.
Según el relato, durante días vivió obsesionada con las cruces que habían pintado los atacantes. Incluso un simple timbre de puerta o alguien vestido de verde –como el pasamontañas de los asaltantes– bastaban para desatar su miedo.
Y no es de extrañar, ella se llevó la peor parte ya que fue encontrada tirada en el suelo, con las manos atadas y la boca tapada con esparadrapo.
Adelina llegó a describir las esvásticas como “cruces con patas”, un detalle tan inocente como desgarrador.
«Pintaban una cruz con patas, señorita, una cruz con patas»
El vestido de Eurovisión, la última herida
Por si todo esto no fuera suficiente, los atacantes tuvieron la desfachatez de marcar con una cruz gamada el famoso vestido que Massiel lució en Eurovisión. Ese vestido, símbolo de una victoria histórica para España, acabó convertido en el lienzo improvisado de un mensaje que, más que intimidar, daba pena.
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El contexto: política, Eurovisión y un país en transición
Massiel nunca se cortó a la hora de expresar sus ideas políticas. Izquierdista y crítica con el régimen, su rechazo al Lazo de Isabel la Católica, un reconocimiento otorgado por el franquismo, dejó claro que no pensaba ser el títere de nadie.
Además, su trabajo en el homenaje a Bertolt Brecht en el Teatro Bellas Artes no hacía más que reafirmar su compromiso con la libertad de expresión.
Sin embargo, esa actitud valiente no pasó desapercibida para los sectores más reaccionarios del país. En un contexto en el que España estaba dividida entre quienes querían mantener el status quo y quienes soñaban con romper con el pasado, Massiel representaba todo lo que los primeros detestaban: modernidad, independencia y voz propia.
Un capítulo surrealista en la historia de España
El ataque a Massiel no solo evidencia la torpeza de un grupo fascista que, por suerte, no sabía ni organizar un susto en una comunión, sino que también refleja un momento histórico lleno de tensiones y contradicciones. En una España que daba sus primeros pasos hacia la democracia, los últimos coletazos del franquismo se entrecruzaban con la modernidad que personajes como Massiel encarnaban.
Al final, este episodio pasó a la historia como un ejemplo más de cómo la realidad puede superar a la ficción. Massiel, con su mezcla de ironía y carácter, supo enfrentarse a los fascistas con una dignidad que todavía hoy merece ser recordada.
5 discos de Massiel
- Sus primeros años Todos sus singles y EP
- MÚSICA ABIS
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