La loca historia de John Brinkley que nos remite a los Estados Unidos de 2025
Cuando la realidad supera a la ficción, nacen historias como la de John Romulus Brinkley, un hombre cuya audacia, charlatanería y genio para el marketing lo llevaron a la fama y la infamia a partes iguales. Hoy les contaremos la insólita vida de este “médico” que revolucionó —o arruinó— la medicina, la radio y hasta la política en el siglo XX. Y mejor lo haremos con un toque de humor, porque, francamente, mejor reír que llorar para procesar toda esta historia.
Autor: Fernando Muñiz – El café de la Historia
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De humilde charlatán a magnate de las glándulas
John Brinkley nació en Carolina del Norte en 1885 y, desde joven, demostró un talento especial para vender humo. Comenzó a “practicar” la medicina en 1916 en Milford, Kansas. Fue allí donde se le ocurrió su innovación médica: trasplantar tejido testicular de cabra a hombres mayores para “rejuvenecer” su vigor sexual.
Sí, leíste bien. Glándulas. De cabra.
¿Qué puede salir mal?
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El procedimiento costaba 750 dólares de la época, que hoy equivalen a más de 15,000 dólares. Y aunque a nuestros ojos actuales todos exclamaríamos “¡ESTO ES UNA LOCURA!”, Brinkley encontró una clientela fiel entre hombres desesperados por recapturar su juventud perdida.
Eso sí, muchos de esos clientes también encontraron una muerte temprana en la mesa de operaciones.
Pequeños detalles sin importancia para Brinkley.
Una clínica, una radio y una fortuna
Con su clínica de 16 camas (y las cabras pastando en el patio trasero), Brinkley se convirtió en millonario.
Pero él no se conformó con ser un simple “médico”; también quería ser una estrella.
En 1923, fundó la emisora de radio KFKB (“Kansas First, Kansas Best”), donde pasaba horas hablando en un tono casi hipnótico, ofreciendo diagnósticos por correo y vendiendo agua coloreada disfrazada de medicina a precios de percebe en navidad.
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Los domingos, Brinkley también daba sermones, porque ¿por qué no? se comparaba con Cristo y decía que quienes lo criticaban estaban atacando al mismísimo Dios.
La emisora también ofrecía música en directo, con vaqueros cantantes y artistas populares que hicieron de KFKB la estación más escuchada de Estados Unidos en 1930. Poca broma.
Brinkley no sólo curaba enfermedades imaginarias con métodos más que discutibles, también daba espectáculo y hacía mejor la vida de sus conciudadanos.
De “médico” a candidato político
Todo iba viento en popa hasta que las autoridades comenzaron a acorralarle. En 1930, la Comisión Federal de Radio revocó la licencia de KFKB, argumentando que Brinkley usaba la estación para su propio beneficio, no en interés público. Poco después, también perdió su licencia médica. Pero Brinkley no se quedó de brazos cruzados; decidió entrar en política.
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En septiembre de 1930, anunció su candidatura a gobernador de Kansas.
Con un avión llamado “The Romancer” (que había sido propiedad de Charles Lindbergh), Brinkley voló de ciudad en ciudad, reuniendo multitudes récord en sus mítines. Sus discursos eran una mezcla de chistes (“Como ven, dejé mis cuernos en casa”), críticas al gobierno y ataques a sus detractores.
Por desgracia (o por suerte), sus opositores cambiaron las reglas del conteo de votos pocos días antes de las elecciones. Brinkley perdió por un margen estrechísimo, pero su campaña demostró que el carisma y la indignación podían desafiar al sistema político tradicional.
Visto lo visto, parece ser que pocas cosas han cambiado en las elecciones de Estados Unidos en los últimos cien años.
El declive de un charlatán
Tras su derrota política, Brinkley llevó su operación al sur, construyendo una nueva estación de radio en la frontera entre Texas y México. XERA, como se llamó la emisora, transmitía con una potencia de un millón de vatios, lo que la convertía en la emisora más poderosa del mundo en aquellos momentos. Brinkley siguió vendiendo su particular mezcla de pseudociencia y entretenimiento, dando incluso su primer empujón a estrellas de la música country como la Familia Carter.
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Sin embargo, su buena estrella comenzó a desvanecerse. Acusaciones de fraude fiscal, demandas por mala praxis y una creciente oposición pública lo llevaron a la ruina.
Brinkley murió en 1942, completamente arruinado y desacreditado, pero su legado de charlatanería y manipulación mediática persiste. Y no es muy difícil buscar discípulos de Brinkley actuales. Pongan las noticias.
El legado de John Brinkley: ¿Un pionero o un fraude?
John Brinkley no sólo fue un maestro del engaño, también fue un precursor de muchas tácticas modernas. Usó la radio como herramienta de propaganda directa, evitó a los intermediarios tradicionales y cultivó una base de seguidores leales que lo defendían a toda costa. En cierto modo, inventó el manual del populismo mediático.
Su historia también sirve como advertencia. Cada tanto, aparece alguien con una mezcla irresistible de carisma, promesas imposibles y una buena dosis de audacia para aprovecharse de nuestras esperanzas y temores.
Y, como Brinkley demostró, no hace falta tener razón para convencer a las masas; basta con ser entretenido.
- Lee, R. Alton(Autor)
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