¡Prepárese para lo inevitable!
En este artículo, exploraremos cómo la icónica Ley de Murphy no solo arruina planes, sino que también puede enseñarnos valiosas lecciones sobre la gestión de riesgos.
Acompáñenos en este viaje lleno de curiosidades que le hará ver el caos de otra manera.
El origen tragicómico de la Ley de Murphy
La famosa frase, “Si algo puede salir mal, saldrá mal”, es cortesía del ingeniero aeroespacial Edward A. Murphy Jr. Este hombre, quien trabajaba en pruebas de cohetes para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en la década de 1940, tuvo un mal día.

Unos sensores fueron instalados al revés durante un experimento crucial. Murphy, frustrado, soltó la frase que pasó a la posteridad. Lo irónico es que Murphy no era un pesimista; su intención era resaltar la necesidad de diseñar sistemas à prueba de errores. Pero, claro, la humanidad prefirió culpar a la «mala suerte» en lugar de a nuestra propia falta de previsión.
Curiosamente, no fue hasta años después cuando la expresión se popularizó, gracias a John Stapp, un coronel y pionero en las pruebas de resistencia humana que utilizó la frase en una conferencia de prensa para describir los desafíos técnicos enfrentados en sus experimentos. En parte por su carisma y en parte porque la frase capturó el imaginario colectivo, la Ley de Murphy empezó a expandirse como un mantra que explicaba todos los fallos cotidianos.

Dato curioso: Edward Murphy inicialmente se ofendió al darse cuenta de que su nombre estaba asociado con una perspectiva fatalista. Sin embargo, más tarde aceptó que la ley era, en el fondo, una invitación a la meticulosidad. Hoy, muchos ingenieros y gestores la consideran una guía para el diseño robusto.
Otra curiosidad: Durante las pruebas que originaron la frase, el equipo trabajaba en un proyecto para medir la tolerancia del cuerpo humano a la desaceleración rápida. A velocidades tan extremas, cualquier error podía resultar catastrófico, de ahí la presión constante por minimizar riesgos. En pocas palabras, el contexto no podía ser más dramático ni apropiado para una ley tan icónica.
Reflexión humorística: Si Murphy hubiera sido cocinero en lugar de un ingeniero, probablemente habría descubierto que los huevos siempre se rompen donde no quieres, que el horno se apaga justo cuando estás en el punto exacto de cocción o que los recipientes del azúcar y la sal no están suficientemente lejos uno de otro y la lubina que acabas de emplatar realmente sabe a gominola.
¡La ley es aplicable a todos los ámbitos de la vida!
Cuando la mantequilla conspira contra ti
Seguro que ya lo han vivido: tu tostada se cae al suelo y aterriza, sin falta, por el lado de la mantequilla.
Esto, más que un designio cruel del cosmos, tiene su explicación científica: cuando una tostada cae desde la mesa, la altura promedio permite que gire máximo una vez antes de tocar el suelo, y casi siempre terminará con la cara untada hacia abajo. Este curioso fenómeno es el resultado de las leyes de la física: el eje de rotación de la tostada y la fuerza de gravedad conspiran para que el lado con mantequilla sea el desafortunado.
De hecho, estudios han demostrado que la altura promedio de una mesa está en el rango perfecto para este fatídico giro.
En 1996, un grupo de científicos británicos llevó a cabo un estudio que confirmó esta sospecha universal: la tostada tiene un 62% de probabilidades de caer por el lado de la mantequilla. Este experimento, dirigido por el profesor Robert Matthews, no solo demostró que la Ley de Murphy parece aplicarse a los desayunos, sino que también le valió al profesor un premio Ig Nobel, un galardón que celebra investigaciones que primero hacen reír y luego pensar a los cuales dedicamos en su día un artículo que pueden leer aquí.
Entonces, la próxima vez que esto suceda, ¡no le eches la culpa a Murphy! Culpa a la gravedad, al momento angular y a la altura promedio de tu mesa. Sin embargo, la Ley de Murphy nos recuerda que cualquier cosa que pueda ir mal (como tener prisa justo cuando esto ocurre) irá mal, asegurándote un día lleno de mantequilla y frustración.
La Ley de Murphy y la gestión de riesgos: aliados secretos
Aunque parezca contradictorio, Murphy podría ser el mejor coach en gestión de riesgos. Su ley nos empuja a aceptar que las cosas pueden salir mal y nos invita a prepararnos para minimizar las consecuencias.
¿Cómo hacerlo?
1. Anticiparse es clave:
Murphy nos dice que el caos es inevitable. La gestión de riesgos responde: «Vale, pero ¿qué puedo hacer al respecto?». Identificar posibles problemas antes de que ocurran es el primer paso para prevenir desastres.
2. Estrategias para enfrentar el caos:
Los gestores de riesgos usan varias estrategias:
- Evitar: Diseña procesos que reduzcan al mínimo el riesgo de errores. Ejemplo: ¿Y si colocas sensores que solo encajen en una posición?
- Mitigar: Si no puedes evitar el problema, al menos limita su impacto.
3. Planifica como si Murphy estuviera en tu equipo:
Elabora planes de contingencia detallados para que, cuando algo salga mal (porque lo hará), puedas reaccionar rápidamente. Lo que se conoce como el plan b de toda la vida.
Y para terminar, Murphy no dijo exactamente la famosa y épica frase que ha pasado a la historia, la que verdaderamente dijo fue la siguiente:
«‘Si hay alguna forma de que puedan hacerlo mal, lo harán»
Edward A. Murphy Jr
Pero no se vayan todavía, ya que su hijo Robert Murphy niega las dos versiones aquí expuestas de la famosa frase y asegura que la que realmente dijo su padre es la siguiente:
«Si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culmina en desastre, alguien lo hará de esa manera»
Escojan ustedes la que más le guste, tres caminos que nos llevan al mismo sitio: la minimización de riesgos en cualquier ámbito de la vida.
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EL AUTOR
Fernando Muñiz
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor y lector empedernido.
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