Juicios surrealistas a animales

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Autor: El café de la Historia


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Hasta bien entrado el siglo XIX no se consideraba descabellado denunciar a un animal por cualquier delito y llevarlo a juicio tal como se hacía con cualquier persona.

Por los banquillos de hasta hace 200 años han pasado loros, ratas, burros, toros, ovejas, gatos, perros, cerdos, bueyes, caballos e incluso orugas, anguilas y moscas.

Todo ello con las supuestas garantías para el acusado. Teóricamente, claro.

Vamos con algunos de los casos más surrealistas…

EL JUICIO CONTRA LAS RATAS

En 1522 una plaga de ratas en el pueblo francés de Autun arruinó las cosechas y los campesinos presentaron una denuncia contra estos roedores.

Más allá de lo discutible de la denuncia y su utilidad, de este juicio cabe destacar la brillante estrategia del abogado encargado de defender a las ratas.

La tarea de defensa de los acusados recayó en el joven Bartolomée Chassenée, designado formalmente como defensor público de las ratas.

Antes del juicio se procedió a citar a los «criminales» para que se presentasen en la fecha y hora fijada para la audiencia pública. Para tal efecto, un oficial del juzgado fue enviado a la zona donde residían los «malhechores» y allí leyó en voz alta la acusación de manera solemne.

Como no puede ser de otra manera, ninguna rata se presentó en el juicio para ser juzgada.

Entonces, el abogado Chassenée argumentó que había habido un defecto de forma en la notificación, ya que según la ley había que mencionar en la citación a todas las ratas, no sólo las de Autun, sino también las de los pueblos de los alrededores, que también eran responsables de la destrucción de las cosechas.


Entonces el tribunal ordenó a los sacerdotes de todas las parroquias vecinas que citaran a las ratas para una nueva fecha.


Pero tampoco aparecieron.

Chassenée argumentó que tal vez, debido a que vivían dispersas por el campo, necesitaban tiempo para hacer el viaje.

Por lo tanto, el tribunal concedió otra prórroga.

Tampoco se presentó ninguna rata.

Y entonces Chassenée argumentó que debían conceder más tiempo a los acusados, porque seguramente tenían miedo de ser atacados por gatos durante el trayecto hasta el tribunal.


Y así el abogado fue dilatando el juicio hasta que el presidente del tribunal, dándose cuenta de la imposibilidad del juicio, decidió posponerlo indefinidamente.

EL JUICIO A LA CERDA DE FALAISE

Nos situamos en una pequeña localidad llamada Falaise, ubicada en Normandía.

Año 1386.

Los hechos son los siguientes: Una cerda se coló en una casa y a base de mordiscos en la cara mutiló y mató a un bebé.

La cerda fue juzgada y condenada a una muerte especialmente sádica.

En una céntrica plaza se instaló un cadalso especialmente construido para la ocasión, alrededor del cual una muchedumbre ansiosa de venganza se arremolinaba esperando que diese comienzo el espectáculo. Entre el público había multitud de vecinos que habían acudido con sus cerdos.

Un caballo acarrea a la cerda asesina el cadalso donde aguarda un verdugo que le corta el hocico y le profiere múltiples cortes en un muslo.

A continuación, tras disfrazarla con una especie de máscara con forma de rostro humano, la colgó por las patas traseras de una horca y la abandonó en esa posición hasta que murió.

Pero ahí no acababa el show. Tras un simulacro de estrangulamiento, se ató el cadáver de la cerda al caballo y se procedió a pasear el cadáver por la plaza. Tras unas vueltas, se colocó a los restos del animal en una hoguera y se les prendió fuego.

Más allá de lo cruel de la ejecución, esta sentencia es insólita por varias razones: el hecho de disfrazar de humano al animal, amputarle parte de la cara y la presencia de otros cerdos entre el público, se debe a la aplicación de la doctrina del «ojo por ojo, mano por pezuña» y un mensaje ejemplarizante destinado al resto de gorrinos del pueblo.

EL PERRO GUILLOTINADO

Seguimos en Francia aunque ya en el siglo XVIII en pleno fervor revolucionario.

1792. Plena Revolución Francesa.

El caso es sencillo: Las autoridades ordenan detener al Marqués de Saint-Prix y su fiel mastín lo defiende.

¿Resultado?

El perro fue guillotinado acusado de actividades antirrevolucionarias y reaccionarias.

Y su dueño también.

EL CERDO IMPÍO DE TOLEDO

Nos vamos a Toledo, y al año 1572.

Al igual que en el caso de la cerda de Falaise, un cerdo devoró a un niño.

También fue ejecutado, pero lo curioso de este caso es que fue acusado no solo de asesinato, sino también de ¡comer carne el Viernes Santo!


Y del mismo modo ejemplarizante que en Falaise, todos los dueños de cerdos toledanos se vieron obligados a llevar a sus animales a la ejecución pública para ver qué les sucedería si cometían un delito similar.

Los cerdos han sido los animales que en más ocasiones han sido juzgados a lo largo de la historia. Por ejemplo, en 1394, un cerdo fue ahorcado en Mortaign por comerse una hostia consagrada y, por hechos similares a los de Toledo y Falaise, con muertes de niños a manos de estos animales, se ahorcaron gorrinos a lo largo de toda la Edad Media en Europa estando profusamente documentados casos en la Francia del siglo XV.

ORUGAS EN REBELDÍA

De la misma manera que el caso de las ratas de Autun, en la también francesa localidad de Valence, una plaga de orugas acabó con las cosechas.

Tras el correspondiente juicio que se celebró con la ausencia de las orugas que, a pesar de ser citadas formalmente acabaron juzgadas en rebeldía, se procedió a condenarlas a la expulsión de la comarca.

ANIMALES CON PLENA CAPACIDAD JURÍDICA

En la actualidad, ningún Código Penal de ningún país contempla la posibilidad de juzgar a un animal.

Y es justo dejar constancia que no todo el mundo en la Edad Media estaba conforme en considerar a los animales como humanos a efectos legales. Santo Tomás de Aquino, sin ir más lejos, escribió en contra de esta práctica bajo el argumento de que no se podía emprender acción legal contra «bienes» que no tenían la voluntad de hacer daño.
No es necesario decir que las autoridades (especialmente las religiosas) no le hicieron mucho caso.

EL JUICIO A LOS DELFINES Y EL MONO ESPÍA

En artículos anteriores hemos relatado ya algunos casos insólitos de surrealistas juicios a animales a lo largo del tiempo.

Recomendamos la lectura del llamado Pleito de los delfines, asunto ocurrido en la Asturias de 1624 en el cual la Inquisición llevó a juicio a unos delfines que se paseaban por la costa de Candás.

También les aconsejamos la lectura de el cruel ajusticiamiento de un mono en plenas guerras napoleónicas en Hartlepool y cuyos ecos siguen marcando en cierta manera la vida cotidiana de esa ciudad inglesa más de doscientos años después de los hechos.

Pueden leer los artículos clicando en su correspondiente foto.

EL OSO LADRÓN

Para terminar este repaso sobre animales enjuiciados a lo largo de la historia nos vamos con el caso más reciente del que se tiene noticia.

Para ello nos vamos a Macedonia, año 2008.

Un apicultor denunció a un oso por robar miel y dañar sus colmenas. La demanda contra el oso se admitió y se celebró el correspondiente juicio en la ciudad de Bitola.

Al no presentarse el animal, fue juzgado en rebeldía y declarado culpable aunque al pago de la correspondiente indemnización al apicultor fue condenado el Estado como responsable civil subsidiario.

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