Autor: El café de la Historia
ETIQUETADO EN:
Frases hechas populares del español y su origen
Seguimos investigando en el origen histórico de algunas frases hechas populares y de uso cotidiano en el idioma español.
En el siguiente artículo nos acercaremos al origen de seis frases muy populares en nuestro idioma tales como Irse de picos pardos, El quinto pino, Estar en Babia, De pe a pa, Tumbarse a la bartola y La ocasión la pintan calva.
Vamos allá…
1. Andarse, ir (o irse) de picos pardos
Irse de picos pardos significa salir en busca de alguna aventura «carnal», normalmente por sitios poco aconsejables.
Antiquísima locución, ya aparece referenciada en el Quijote cuando Cervantes describe la vestimenta de la condesa Trifaldi con una falda muy en boga entonces que dejaban unos picos en la parte delantera.
Con el tiempo fue adquiriendo otros significados, atribuyendo que irse de picos pardos era dedicarse a la fiesta y la holgazanería descuidando hacer cosas de provecho.
Si a esto sumamos que en la Sevilla del siglo XVII las mujeres de vida disoluta estaban obligadas a llevar una mantilla sobre los hombros de color parduzco, empezamos a vislumbrar el origen del significado que nos ha llegado hoy en día.
Pero fue en la España del siglo XVIII, concretamente mediante una orden que decretó Carlos III, la que asentó definitivamente el concepto actual.
Una orden según la cual las mujeres que ejercían la prostitución debían vestir una falda de color marrón (pardo), con picos en los bajos para diferenciarse del resto de mujeres, ayudando a los clientes el poder distinguirlas claramente y, de paso, evitar que se molestase a mujeres que no «hacían la calle».
En la actualidad, irse de picos pardos no tiene necesariamente la connotación sexual de siglos atrás, refiriéndose al hecho de salir por ahí de juerga, independientemente de si se aplica a hombres o mujeres.
2. El quinto pino
Cuando algo está muy lejos se dice que está en el quinto pino.
Y el fundamento de esta locución no puede ser más literal y lógico…
Nos vamos al Madrid de principios del siglo XVIII, más concretamente a lo que hoy sería el Paseo del Prado.
Allí se plantaron cinco grandes pinos por orden de Felipe V a lo largo de la avenida.
El primero fue plantado al principio del paseo en la zona de Atocha, y a gran distancia entre ellos se fueron colocando el resto, quedando el último y quinto en las cercanías de lo que hoy es Nuevos Ministerios.
Así, pasó a ser referencia habitual citarse en el primero o segundo pino tal como hoy puede ser quedar en tal parada de metro o delante de unos grandes almacenes.
Como decíamos, lo habitual era quedar en el primero, el segundo y algo menos el tercero que ya quedaba bastante alejado del centro de la ciudad.
De este modo, cuando alguien quería tener un encuentro discreto -y con un plus de intimidad- se concertaba la cita en el último pino que, por pura lógica, estaba muy lejos.
Tan lejos estaba el árbol, que ha calado hasta llegar a la actualidad el hecho de relacionar algo lejano con aquel quinto pino que ordenó plantar un rey en el siglo XVIII.
3. Estar en Babia
Dicen que Quevedo fue el primero en dejar por escrito esta expresión que equivale a estar embobado, distraído y con el pensamiento en algún lugar muy lejano.
Babia es una preciosa comarca de apenas 400 kilómetros cuadrados situada en el norte de la provincia de León, tocando a Asturias.
Los reyes medievales de Asturias y de León acostumbraban a alejarse del ajetreo de la corte yendo a cazar y descansar a la zona de Babia, y cuando alguien preguntaba por el rey con algún asunto importante que consultarle, era normal que se le contestase que estaba en Babia.
Hay otra versión que nos cuenta que los pastores de la zona de Babia que trashumaban con sus rebaños a zonas de Extremadura, al calor de las hogueras nocturnas se quedaban pensativos y taciturnos y algún compañero les espetaba que si estaba en Babia, refiriéndose que sus pensamientos estaban en su hogar.
Sea cual sea la verdadera génesis de la locución, el tiempo se ha encargado de fijar esta expresión aplicable a cualquiera que se quede pensando en las musarañas o esté en las nubes.
4. De pe a pa
De Quevedo nos vamos a Fernando de Rojas y su Celestina…
En este libro de finales del siglo XV, aparece el siguiente diálogo: «Te juro por el santo martirologio de pe a pa, el brazo me tiembla de lo que por ella entiendo hacer.»
Ya en el siglo XVII la expresión vuelve a aparecer, esta vez compilada en Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas, con la siguiente definición: «De pe a pa: decir las cosas distintas y claras. Palabra por palabra».
Y aunque no está del todo claro el origen de la locución, las teorías más sólidas apuntan a que en los tiempos previos a la invención de la imprenta, los escribanos amanuenses que copiaban los libros, al finalizar la faena la rubricaban con «De palabra a palabra» que significaba que la copia había sido exacta y fiel palabra por palabra, y que con el paso el tiempo se abrevió a de «P. a p.» y de ahí a «De pe a pa», pasando al imaginario popular como sinónimo de saberse o conocer algo en su entera totalidad.
5. Tumbarse a la bartola
Tumbarse a la bartola significa descuidar las faenas, vaguear despreocupándose de las tareas y holgazanear.
Pues el origen de esta famosa locución la encontramos en la festividad de San Bartolomé, celebrada el día 24 de agosto y que suele coincidir con el fin de la cosecha de verano.
Esta coincidencia propiciaba que la fecha del 24 de agosto fuese la más favorable para celebrar fiestas y descansar de las duras labores agrícolas veraniegas.
6. La ocasión la pintan calva
De Quevedo y Fernando de Rojas nos vamos de nuevo a Miguel de Cervantes:
«Suma era la alegría que llevaba consigo Sancho, viéndose, a su parecer, en privanza con la duquesa, porque se le figuraba que había de hallar en su castillo lo que en la casa de don Diego y en la de Basilio, siempre aficionado a la buena vida; y así, tomaba la ocasión por la melena en esto del regalarse cada y cuando que se le ofrecía«
Así da comienzo el capítulo 31 de la segunda parte de El Quijote.
En la mitología clásica existía una diosa llamada Ocasión (Occasio) u Oportunidad a la que se representaba con la estampa de una bellísima mujer con un cuchillo en la mano y cuyo rostro está tapado por una frondosa melena.
Esta diosa representaba las buenas ocasiones perdidas en la vida y unas alas en sus pies daban a entender que estas ocasiones pasan rápido.
Tan rápido, que si pasan de largo no se podrán agarrar ya que la diosa Ocasión, a pesar de su frondosa cabellera delantera, era calva en la nuca, así que las oportunidades y las ocasiones en la vida hay que cogerlas de frente porque si se te escapan es prácticamente imposible alcanzarlas.
No queda mucho lugar a la imaginación para esta literal expresión que ha calado a lo largo de los siglos fijándose en el lenguaje en forma de esta curiosa locución que aunque muchas personas no conozcan su origen, su sentido es, sencillamente, literal.
Más expresiones populares y su origen histórico
No se pierdan el origen histórico de expresiones tan populares como «Armarse la Marimorena», «A buenas horas, mangas verdes» o «Acabar como el rosario de la aurora» en el siguiente artículo:
Si te ha gustado ¡Compártelo!
ETIQUETADO EN:
¡Síguenos en las redes para no perderte los nuevos artículos!
NUESTRAS CATEGORÍAS
El Café de la Historia ha sido finalista en la edición 2021/22 de los Premios 20Blogs en la categoría «Ciencia«.
¡Gracias por vuestro apoyo!
Aviso legal – Privacidad – Política de cookies – Copyright © 2024. Todos los derechos reservados – Contacto