Biografía del rey Alfonso XI de Castilla
Autor: El café de la Historia
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La fascinante vida de Alfonso XI de Castilla: un rey entre la espada y el amor
Cuando hablamos de reyes medievales, el nombre de Alfonso XI de Castilla no siempre ocupa los primeros puestos de la lista, pero no por falta de material jugoso. Gobernante intrépido, amante apasionado y estratega sin igual, este monarca vivió una vida que parece sacada de un culebrón medieval. Acompaña este recorrido por su biografía y descubre por qué Alfonso XI merece un lugar destacado entre las figuras históricas de España.
Infancia marcada por el caos
Alfonso XI nació el 13 de agosto de 1311 en Salamanca, en medio de un escenario político digno de una tragicomedia. Su padre, Fernando IV, conocido como «el Emplazado» —un apodo que, por cierto, suena más a villano de Marvel que a rey medieval—, murió cuando Alfonso apenas tenía un año. Su madre, Constanza de Portugal, tampoco tuvo un papel destacado en su crianza, dejando al pequeño futuro rey a merced de una regencia plagada de intrigas y luchas de poder.
La regencia fue compartida entre su abuela María de Molina —una mujer que podría haber dado lecciones de política a Maquiavelo— y varios nobles ambiciosos que veían al niño rey como una oportunidad dorada para sus propios intereses. Entre conspiraciones y revueltas, Alfonso creció aprendiendo que en la Castilla del siglo XIV la lealtad era tan efímera como el rocío de la mañana.
Ascenso al poder: niño, rey y estratega
A los 14 años, Alfonso decidió que ya había tenido suficiente de ser una marioneta y tomó las riendas del reino. En una jugada magistral, consolidó su autoridad aplastando revueltas internas y dejando claro que, aunque joven, no estaba para bromas. Su apodo, «el Justiciero», lo ganó a pulso. Su afán por imponer el orden —a veces con mano de hierro y otras con una guillotina metafórica— le permitió restaurar la estabilidad en un reino que amenazaba con desmoronarse.
Las campañas militares y la batalla del Salado
Pero Alfonso no se limitó a jugar al ajedrez político dentro de sus fronteras. Reconoció la amenaza que representaban los benimerines, un poderoso pueblo norteafricano que había cruzado el estrecho de Gibraltar con intenciones nada amistosas. En 1340, lideró a las fuerzas cristianas en la famosa batalla del Salado, una victoria que consolidó su reputación como estratega militar y garantizó el control cristiano sobre gran parte de la península Ibérica.
Por supuesto, el éxito de Alfonso no fue solo fruto de su genio militar. La colaboración con su aliado Alfonso IV de Portugal —y una buena dosis de suerte— también jugaron un papel crucial. Pero, como todo buen rey, Alfonso se llevó la mayor parte del crédito, y con razón.
Amor y controversia: Leonor y Leonor
La vida amorosa de Alfonso XI podría llenar varios episodios de una serie de televisión. Su matrimonio con María de Portugal, concertado por razones políticas, fue cualquier cosa menos idílico. Alfonso pronto encontró consuelo en los brazos de Leonor de Guzmán, una noble sevillana que se convirtió en su amante y compañera más leal.
Leonor no solo era hermosa y carismática, sino también una figura política influyente. Alfonso la instaló en la corte y tuvo con ella nada menos que diez hijos, entre ellos Enrique de Trastámara, quien más tarde jugaría un papel crucial en la historia de Castilla. Por supuesto, esto no fue bien visto por María de Portugal, ni por buena parte de la nobleza, que consideraba a Leonor una amenaza para el orden dinástico.
El triángulo amoroso generó tensiones políticas y familiares que durarían décadas. Pero Alfonso, siempre pragmático, manejó la situación con la habilidad de un equilibrista, manteniendo a ambas mujeres —y a sus respectivos partidarios— bajo control.
La peste negra y el final de un reinado
En 1350, cuando Alfonso se encontraba sitiando Gibraltar, un enemigo invisible puso fin a su vida: la peste negra. Esta pandemia, que devastó Europa en el siglo XIV, no hizo distinción entre campesinos y reyes. Alfonso XI fue el único monarca europeo que murió a causa de esta plaga, un trágico final para un reinado marcado por el éxito militar y la consolidación política.
La muerte de Alfonso dejó un legado complejo. Su hijo Pedro I, conocido como «el Cruel» o «el Justiciero» —dependiendo de a quién le preguntes—, heredó un reino fortalecido pero también plagado de conflictos dinásticos derivados de las relaciones de su padre con Leonor de Guzmán.
Curiosidades sobre Alfonso XI
- Un rey legalista: Alfonso promulgó el Ordenamiento de Alcalá en 1348, una compilación de leyes que buscaba unificar el sistema jurídico de Castilla. Este documento sentó las bases del derecho castellano durante siglos.
- El primer «héroe» de Gibraltar: Aunque no logró conquistar Gibraltar, su persistencia en el sitio demostró su determinación de controlar este punto estratégico clave.
- El «padre» de los Trastámara: A través de su relación con Leonor de Guzmán, Alfonso fundó la dinastía Trastámara, que dominaría Castilla y Aragón durante más de un siglo.
La vida de Alfonso XI es un recordatorio de que la historia, con sus luces y sombras, siempre supera a la ficción. Entre batallas, romances y pestes, este monarca dejó una huella imborrable en la historia de España. Quizá sea hora de que le demos el protagonismo que merece, aunque solo sea para disfrutar de sus apasionantes peripecias.
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