Autor: El café de la Historia
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Crónica de tres días de julio de 1965
En su día publicamos dividida en tres entregas una crónica sobre las circunstancias, anécdotas y curiosidades que dejó la visita de los Beatles a España.
Los Beatles en España
A continuación pueden leer toda la crónica completa fusionada en un solo artículo con toda la historia de cómo se gestó su contratación, su llegada al país, las ruedas de prensa, los conciertos en Las Ventas y La Monumental de Madrid y Barcelona respectivamente, y su relación con las autoridades, la prensa e incluso desfilarán algunos personajes sorprendentes que se irán cruzando en su camino.
La gestación de los conciertos de los Beatles en España
Los Beatles actuaron en una sola ocasión en España y vivieron unos días intensos repletos de anécdotas que dieron mucho de sí.
Seguidamente veremos como se gesta su contratación, su accidentada llegada a Madrid, su relación con la prensa del régimen, su paso por Barcelona, y daremos un repaso a las mejores curiosidades que dejó el paso de los cuatro de Liverpool por nuestro país.
Empecemos por el principio.
Francisco Bermúdez
Francisco Bermúdez era un empresario artístico, posiblemente el más importante de su época, que tenía un anhelo: traer al grupo más famoso del planeta a tocar a España. Así se lo hizo saber a su mánager Brian Epstein en una reunión celebrada en 1963.
Los Beatles en España
Para sorpresa del propio Bermúdez, encontró tanto al cuarteto como a su representante razonablemente receptivos a la idea de venir a tocar en directo a España.
Epstein le dijo que de acuerdo, que ya lo hablarían y cerrarían los flecos y no fue hasta dos años después que se pudo cerrar el trato gracias a la insistencia de Bermúdez.
La posición de Epstein había cambiado en dos años; no acababa de ver a sus chicos en España porque, con los datos en la mano, el mismo disco que vendía en Estados Unidos más de un millón de copias, en Inglaterra, 700.000 y en Alemania sobrepasaba el medio millón, en España apenas se vendían 4.000.
Por fin se cierra el ansiado contrato
Lo cierto es que fue casi milagroso poder llegar a un acuerdo ya que, reticencias de Epstein aparte, cuando se plantea que los Fab Four vengan a España la gira ya estaba cerrada y el caché de la banda rondaba las 20.000 libras.
Bermúdez, que ni en sus mejores sueños podía llegar a esas cifras, de alguna manera convenció a Epstein no sólo de prorrogar y ampliar la gira con los dos conciertos de Madrid y Barcelona, sino que además accedió a rebajar el precio a 5.000 libras, una cuarta parte de su caché.
Aún así, se trataba de cantidades astronómicas y Raphael, representado por el propio Bermúdez, acudió al rescate y le ayudó económicamente para poder traer al grupo a España.
La contrapartida que impuso Epstein era que los conciertos sólo durarían 35 minutos.
Con el contrato más importante de su vida en las manos a Bermúdez le faltaba lo más primordial: el permiso de las autoridades.
Peripecias para conseguir el permiso del gobierno
El régimen le dio un no tan rotundo como contundente y Bermúdez, desesperado, ya daba por perdido el asunto hasta que pasó algo en el tiempo de descuento que lo cambió todo: el 12 de junio de 1965, veinte días antes del primer concierto, se hace público que los Beatles iban a ser nombrados miembros de la Orden del Imperio Británico por la Reina Isabel II.
Y Bermúdez vio su última oportunidad: Franco y la Reina Isabel mantenían una relación excelente y el empresario, sabedor de este hecho, apeló a las más altas instancias del régimen con complicadas y sibilinas negociaciones a varias bandas deslizando que una negativa podría enojar a la Reina.
Se dice que fue el mismísimo Franco quien autorizó la visita de aquellos «melenudos» y desde ese momento Bermúdez, que sólo disponía de dos semanas para organizarlo todo, posiblemente vivió los quince días más frenéticos de su vida.
Las autoridades, que con una mano habían autorizado los conciertos de los Fab Four para evitar un hipotético conflicto diplomático y, de paso, cortar de antemano la posibilidad de titulares en la prensa mundial del estilo: «Franco deniega la entrada a España a los Beatles«, con la otra hizo todo lo posible para minimizar su estancia y enfatizar que la juventud española estaba inmunizada a esos desvaríos anglosajones y pervertidos a los que sí habían sucumbido otras juventudes del resto de Occidente.
Y la estancia de la mítica banda en España va a ser un tira y afloja continuo entre las dos caras del régimen. Una cara que quería dar una imagen de tolerancia y cierta modernidad de cara al exterior, y la otra que temía que la llegada de aquellos cuatro «marcianos» supusiera una oleada de tumultos y revueltas en las calles.
Esquizofrenia en estado puro.
Los Beatles aterrizan en Barajas
Los Beatles en España
Finalmente los Beatles aterrizan en Barajas a las 17 40 horas del 1 de julio de aquel año 1965 procedentes de Francia, y para evitar la imagen poco deseada por el régimen de cientos de fans con pancartas con lemas como «We love you» o «Beatles, yeah, yeah» que se habían congregado a pesar de la gigantesca presencia policial, los cuatro de Liverpool son sacados a toda velocidad de pistas.
Ringo Starr, a pesar de todo, se entretuvo a firmar autógrafos y cuando quiso reincorporarse al resto del grupo a la carrera golpeó sin querer a un agente de policía, el cual sacó su porra ferozmente para agredirle. Suerte que un sargento que estaba cerca le ordenó a grito pelado que ni se le ocurriera, salvando al lomo de Ringo de una buena dosis de «idiosincrasia» española, y a España de un ridículo internacional de primer nivel.
En otra imagen inédita en nuestro país hasta ese día, los fotógrafos se arremolinaban en la terminal encaramados por todos lados en busca de un mejor enfoque.
Para evitar los tan temidos como exagerados tumultos, a los cuatro músicos los conducen por puertas secundarias a través de pasillos del aeropuerto hasta un Cadillac negro que les depositaría directamente en el Hotel Fénix donde por la tarde darán una infame rueda de prensa que más parecerá una encerrona que un encuentro con los medios.
Los Beatles en Madrid
La rueda de prensa del Hotel Fénix
A este encuentro sólo tenían acceso los periodistas acreditados por el régimen y las preguntas, indudablemente teledirigidas desde «arriba», basculaban peligrosamente entre un despreciativo ninguneo y el kitsch más casposo aderezado con un nada disimulado desconocimiento de la verdadera dimensión de los entrevistados.
Así, los de Liverpool tuvieron que lidiar con preguntas -santa paciencia- de la prensa oficial sobre si pensaban cortarse esas melenas, si tenían asegurado el pelo, qué pensaban de la mujer española o si les gustaban los toros.
En un momento de la disparatada rueda de prensa, Paul McCartney dio veracidad a un marciano proyecto por el cual volverían a España al año siguiente para rodar una película protagonizada por ellos y el Cordobés que nunca se llegó a realizar.
También tuvieron que soportar ridículas alusiones bíblicas acerca de Sansón y sus cabelleras. Repetimos, santa paciencia…
Por si quedaba alguna duda, no podemos dejar de puntualizar que ningún periodista les preguntó nada relacionado con su negociado: la música.
Los Beatles y el Cordobés
Cabe mencionar un incidente que se produjo durante la rueda de prensa cuando se presentó el mismísimo Cordobés con un fotógrafo para realizar un reportaje del grupo con el torero que, por lo visto, estaba vagamente apalabrado y por una cadena de malentendidos no se pudo llevar a cabo produciéndose altercados entre la seguridad del hotel, la policía y los presentes en el salón que se saldó con empujones, lecciones improvisadas de boxeo amateur por parte del Cordobés, aderezadas con la mayor retahila de blasfemias y juramentos que jamás nadie había escuchado salir de la boca del torero.
También merece que quede por escrito que José Luis Álvarez, director de la revista musical Fonorama, gracias a su amistad con Brian Epstein, pudo entrevistarlos en privado durante más de una hora y, esta vez sí, la conversación giró alrededor de la música.
Pero el largo día de los Beatles no acababa aquí…
Promocionando vino de Jerez
Tras el descabellado encuentro con la prensa oficial tocaba un acto publicitario en el mismo hotel para promocionar vino de Jerez.
Organizado por el alcalde de Jerez, Miguel Primo de Rivera (sí, claro que les suena, efectivamente se trata del nieto del dictador y sobrino del fundador de la Falange) y un conocido empresario del sector, Beltrán Domecq, se les lleva a una amplia estancia del mismo Hotel Fénix.
En dicha estancia se han colocado diversas barricas traídas directamente desde la ciudad gaditana y se les hace subir a un estrado mientras se les sirve copas de Jerez y ellos -bendita y santa paciencia una vez más- beben, escancian, sonríen, contestan a los periodistas preguntas tan estúpidas como las de la rueda de prensa e imitan a tres señoras que les han colocado vestidas de faralaes que responden al nombre artístico de Las Hermanas Hurtado y que años más tarde serían muy famosas interpretando a las «Tacañonas» en el concurso de Chicho Ibáñez Serrador «Un, dos, tres…»
También estampan sus firmas en las barricas que tras años olvidadas, fueron localizadas y debidamente restauradas, y hoy en día se pueden visitar en las bodegas de la compañía Williams & Humbert en la ciudad de Jerez.
Se trata de unas instalaciones que bien merecen una visita ya que están consideradas un prodigio de la arquitectura y, probablemente, son las bodegas más grandes de Europa.
Pues bien, allí, entre barricas con las firmas de personajes tan variopintos como la Reina Isabel de Inglaterra, Juan Carlos y Sofía, Albano, Tierno Galván, Rafael Alberti o José María Pemán podrán admirar las cuatro barricas firmadas por John, Paul, George y Ringo.
O no, ya que corren rumores de cierta credibilidad de que no son más que burdas imitaciones ya que las originales se deterioraron tanto debido al olvido y la desidia de las bodegas durante lustros, que no hubo manera de restaurarlas decentemente.
Siguiendo los pasos de la banda durante esa larga jornada y según Las Hermanas Hurtado, esa noche se los llevaron de juerga a un tablao flamenco de la capital junto con Alfredo Amestoy.
Por su parte, Brian Epstein, también disfrutó la noche madrileña siendo visto en el club gay Bourbon, luciendo al día siguiente un vistoso morado en un ojo que dijo haber sido fruto de un golpe contra una puerta. Claro, claro…
El concierto de Las Ventas
Al día siguiente dieron su primera actuación en España en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid y el régimen puso todo tipo de trabas para que fuera un fracaso.
Los testigos de aquel concierto lo definen como una noche más bien fría, sólo se registró media entrada (entre diez y doce mil asistentes) y en las primeras filas se colocaron estratégicamente a personas mayores y familias con niños para dar una imagen idílica del país a través de las cámaras del NoDo.
El dispositivo policial fue tan férreo que se calcula que había dos policías por asistente. El director de cine Edgar Neville dejó escrito haciendo gala de su característica sorna que «había tantos policías que con uno más se podía tomar Gibraltar«.
Ava Gardner o Miguel Ríos, por ejemplo, estaban esa noche entre el público.
El presentador del espectáculo fue Torrebruno que fue dando paso a un nutrido goteo de teloneros que fueron calentando al público entre abucheos de impaciencia por ver a los de Liverpool.
Así, entre más silbidos que aplausos, fueron desfilando por el escenario Juan Cano y su Orquesta, The Rustiks, los Martin Brothers, la Trinidad Steel Band, Michel, Los Pekenikes, Freddie Davis, Beat Chics y The Modern Four.
Cuando por fin salieron los Beatles empezaron con Twist and shout para locura de los fans a pesar del pésimo sonido. En la media hora restante estipulada por contrato tuvieron tiempo para tocar once temas más:
She’s a woman, Can’t buy me love, I’m a loser, I wanna be your man, A hard day’s night, Baby’s in Black, Rock and roll music, Everybody’s trying to be my baby, I feel fine, Ticket to ride y Long Tall Sally.
Las entradas costaban la friolera de 75 pesetas las más baratas y 450 las más caras, una fortuna escandalosa si tenemos en cuenta que el salario mínimo rondaba entonces las 1600 pesetas según fuentes oficiales.
Herencia del paso de los Beatles por Madrid quedan las cuatro suites del actual Hotel Gran Meliá Fénix con los respectivos nombres de los músicos y que son de obligada visita para los fans más irreductibles del cuarteto y donde dejaremos descansar a los músicos ya que mañana, 3 de julio, vuelan a Barcelona para dar su segundo y último concierto de su periplo español.
Los Beatles en España, Las Ventas de Madrid, 1965
Los Beatles en España
Los Beatles en Barcelona
Ahora acompáñennos que volaremos con ellos a Barcelona.
Hoy ya es 3 de julio de 1965, y el avión que los transporta desde Madrid aterriza en El Prat a las 16 40 horas. Por órdenes gubernamentales, lo hace en una pista alejada del público que se ha congregado para recibirles.
La ceremonia obligada de bajada de escalerillas vuelve a teñirse de kitsch ibérico; en esta ocasión aparece la cantante Franciska (para más datos Francisca del Toro, prima de Benicio del Toro y madre de la cantante Rebeca), que les endilga monteras de torero y muñecas folclóricas con las que posan para la posteridad.
Como el día anterior en Madrid, directos a la limusina y al hotel. En esta ocasión al Hotel Avenida Palace, sito en la Gran Vía cerca del Paseo de Gracia. Y aquí se produce un sorprendente encuentro con un viejo amigo.
Joan Gaspart y Los Beatles
Joan Gaspart, años más tarde presidente del FC Barcelona y conocido empresario hotelero, había estado trabajando en el Hotel Adelphi de Liverpool durante los años 1962 y 1963, y coincidió con los momentos iniciales de fama a nivel local de la banda asistiendo a varios de sus conciertos en la ciudad inglesa.
Siempre según sus palabras, había llegado a tomarse cervezas con ellos entablando una relación de amistad. En cierta ocasión les dijo que si alguna vez iban a tocar a Barcelona le llamaran que lo arreglaría para alojarlos en el hotel de su padre, el Avenida Palace.
Por lo visto, así lo hicieron y se pudo producir el reencuentro. Desde que entraron en el hotel, Gaspart no se separó de ellos llegando a producirse una anécdota bien curiosa.
John Lennon y los pantalones de Gaspart
Antes de salir a tocar al escenario de la Monumental, John Lennon reparó que sus pantalones no estaban lo suficientemente bien planchados, y le pidió a Gaspart otros. Y Gaspart le dio lo suyos.
Al menos así lo ha explicado el empresario en numerosas ocasiones, aunque hay otra versión -que un lector nos ha hecho llegar amablemente- que apunta a que los pantalones eran realmente de un empleado del hotel.
Así, Lennon actuó en Barcelona con los pantalones del futuro presidente del Barça.
O de un empleado del futuro presidente del Barça…
La fantástica sesión de Joana Biarnés
Joana Biarnés está considerada la primera fotoperiodista española. Y otra pieza clave en esta historia como veremos.
En aquellos momentos era una joven promesa que sobrellevaba lo mejor que podía el hecho de ser mujer en un mundo y una profesión dominada por hombres, que no dudó en averiguar el vuelo en el que viajaría la banda a Barcelona, compró un billete y los siguió con la persistencia de un sabueso.
Durante el vuelo, los Beatles tenían una zona reservada para ellos separados del resto de pasaje pero Joana se las apañó para colarse en la zona Beatle escondida en el baño.
Joana no se contentó con fotografiarlos en el avión. Se presentó en el Avenida Palace y esquivó los controles subiendo por el montacargas, se plantó ante la suite donde estaban alojados y picó a la puerta. Abrió Ringo que, recordándola del avión, le dijo: ¿Otra vez tú?
El caso es que pudo estar ¡tres horas! con ellos a solas hablando de los temas más mundanos, respondiendo a sus dudas sobre las particularidades del país y fotografiándoles sin parar mientras en la calle una horda de periodistas hacía guardia infructuosamente para abordar a la banda.
El resultado es una preciosa colección de fotografías únicas de los músicos en las cuales se rezuma un ambiente de relajación, intimidad y naturalidad, muy lejos de las típicas y multitudinarias ruedas de prensa a las que tenía acceso el resto de su gremio.
Tras un breve descanso, los Beatles atendieron a los periodistas en el hotel en un encuentro en el que la prensa barcelonesa dio algo más la talla que sus compañeros de Madrid. Rápida salida por las puertas de la cocina para evitar a la multitud de fans, de cabeza a la limusina, y directos a la plaza de toros de La Monumental.
El concierto en La Monumental
En Barcelona las entradas costaban unas cifras similares que en Madrid pero el recinto se llenó, y el público no paró de gritar haciendo que se olvidase el pésimo sonido ofrecido por la organización. Torrebruno volvió a ejercer de presentador, y la banda local Los Sirex junto a los madrileños Shakers se sumaron al nutrido grupo de teloneros.
Los Beatles tocaron durante cuarenta minutos un repertorio similar al del día anterior para alegría de la concurrencia que salió, en general, muy satisfecha del concierto de la Monumental.
Circula por Barcelona una curiosa anécdota sobre esa noche. Lennon, con la guitarra ya colgada y dirigiéndose al escenario sintió una imperiosa necesidad de orinar. Y ante la imposibilidad de localizar un lavabo lo hizo en un rincón del pasillo interior de la plaza en algún lugar entre el camerino y la salida al ruedo.
Pues bien, alguien pintó la siguiente leyenda en el lugar: «Aquí meó John Lennon» y una flecha apuntando al suelo. Hoy en día, tras un remozado de sus paredes, haría falta un equipo de arqueólogos altamente especializados para localizar el punto exacto de la micción lennoniana.
Pérez de Rozas es el autor de una de las fotos más marcianas de su estancia en España (y posiblemente de toda su carrera) tomada en Barcelona que es una metáfora de su visita, del momento que vivía el país y de la esquizofrenia del régimen respecto al cuarteto de Liverpool. Juzguen ustedes mismos.
McCartney, preguntado años después sobre la estancia de la banda en España, declaró que no entendían porqué tocaban delante de tantos «oficiales».
Fin de la gira de los Beatles en España
Este concierto ponía punto y final a la gira europea, y para celebrarlo se organizó una fiesta que culminó en las suites del hotel con las guitarras enchufadas a los amplificadores hasta altas horas para disgusto del resto de huéspedes alojados en el establecimiento que jalonaron de quejas el libro de reclamaciones.
Al día siguiente tomaron su vuelo a Londres dando por finalizada la primera y única gira española de su carrera.
Y… fin de la historia.
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Video de Los Beatles en España: La Monumental, Barcelona 1965
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La anécdota de Gaspart no es exactamente así. En uno de los documentales sobre la visita de Beatles a Barcelona (no sé si de Tv3) aparece que los pantalones se los dio un empleado del hotel de apellido Tejedor, es el padre de un amigo mío. No recuerdo por qué extraño trapi al final acabaron en manos de Gaspart.
Gaspart ha contado lo de los pantalones en infinidad de ocasiones y a la hemeroteca nos hemos ceñido aunque conociendo al personaje…
Gracias por el interesante apunte, lo hemos incluido en el artículo. Saludos.
Ja ja ja ja ¡Santa Paciencia!
Magnífico artículo. Muchas gracias.
¡A ti Pablo por leernos!
Un buen beatlemaníaco no puede por menos que relamerse con este artículo