Autor: El café de la Historia
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Largas y prósperas vidas, homosexualidad, enanos negros, espías y muchas moscas, en este artículo dedicado a Pepi II, faraón cuyo reinado fue uno de los más largos de la historia.
✅ El faraón Pepi II y su cruzada contra las moscas
“La única manera de hacer bien tu trabajo es amando lo que haces”, Steve Jobs.
Claro que si usted es dealer en Fabrik, vigilante de la zona azul, maquillador de cadáveres o agente de policía en Tijuana, el aforismo del gurú tecnológico no le reconfortará en absoluto. Bastante tendrá con acabar su jornada laboral con los menos incidentes posibles, además de pasarse la vida toreando preguntas incómodas acerca de su profesión a base de vaporosas evasivas con las que salir del charco.
Si es de los que siente que su profesión no es motivo de orgullo, dé gracias a que no le ha tocado ser esclavo durante la época de la VI dinastía del Imperio Antiguo egipcio. Más concretamente en el lejanísimo siglo XXI A.C., bajo el reinado de Neferkara Pepy, también conocido con el más cuqui nombre de Pepi II.
✅ El reinado del faraón Pepi II
Pepi II protagonizó uno de los reinados más largos de toda la historia de Egipto ya que fue nombrado faraón a los seis años y vivió casi hasta los cien en una época en que la edad media rondaba los treinta años, y morir con más de cincuenta era considerado un hecho casi insólito.
Al comienzo de su reinado, una expedición a tierras del sur le trajo como obsequio unos pigmeos que al niño faraón le fascinaron. Desde ese momento, un nutrido grupo de pigmeos traídos contra su voluntad a Egipto ejercían de bufones en su palacio. Incluso hubo uno al que le tenía especial cariño y era considerado su favorito del que no se separaba nunca, hasta el punto que en la mayoría de las estatuas del faraón que se conservan aparece Pepi II con el pigmeo en su regazo.
Otra de las características de nuestro protagonista es que era abiertamente homosexual y así ha quedado reflejado en un papiro en el que describe su affair con un general de su ejército. En dicho papiro se explica una interesante historia:
La faraona-madre, Ankhensespepi II, contrató a un espía llamado Teti para que la tuviera informada de los pasos de su hijo. Cierto día el espía vio salir furtivamente de palacio a Pepi, de noche y sin escolta, y lo sigue hasta la casa del general Sasenet. Una vez allí el faraón arroja una piedra y al momento le lanzan una escalera por donde trepa.
El papiro continúa con más detalles del encuentro: “Cuando su persona divina había hecho lo que quería con el general, regresó al palacio«. El espía prosigue con su informe dejando constancia que Pepi fue a la casa del general «en la cuarta hora de la noche y pasó cuatro horas allí«.
✅ Pepi II y las moscas
Llegados a este punto ya sabemos que Pepi fue el primer jefe de estado (además de máxima autoridad religiosa) acreditadamente homosexual, que gozó de una largísima vida, y que tenía una querencia enfermiza por los pigmeos. Pero ha pasado a la historia por otro asunto totalmente diferente:
Un sistema tan humillante para los esclavos como efectivo para su amo.
De acuerdo que el nombre de Pepi no infunde el respeto que inspiran otros nombres de faraón más rotundos como Amenophis, Keops o Akenathón, pero nadie le puede arrebatar el mérito de ser un pionero en tres campos: la liberación sexual, la desinsectación y en la denigración y humillación de sus semejantes.
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