El mercurio rojo es una enigmática sustancia de confusa composición que, supuestamente, sirve para la fabricación de numerosas armas de todo tipo, incluido arsenal nuclear. Mercurio rojo Y decimos supuestamente porque a pesar de lo que mucha gente piensa, esta misteriosa sustancia no existe ni ha existido nunca. El misterio del mercurio rojo La leyenda del mercurio rojo ha llegado con variaciones desde muchos siglos…Leer más »El mercurio rojo, la enigmática sustancia de los mil usos
No hay unanimidad sobre el origen exacto del café como líquido estimulante, aunque muchas teorías apuntan a que la bebida se origina por primera vez en Etiopía. Leyendas e historia del café Existe una leyenda, posiblemente sólo una leyenda indemostrable, sobre la persona que descubrió el café. Se trata de Kaldi, un pastor de cabras de la actual Etiopía que en el siglo IX observó…Leer más »El experimento del café de Gustavo III
Según la ONU, en el mundo hay 194 países reconocidos, cada uno con sus propias leyes. Si examinamos uno por uno estos países encontraremos leyes absurdas, curiosas, estrambóticas e inexplicables. Leyes absurdas del mundo ✅ Marchando una de leyes estrambóticas Todas ellas tienen en común que nos pueden parecer insólitas e incluso anacrónicas, pero es fácil deducir que están ahí por algún incidente ocurrido en…Leer más »Descubra las 130 leyes más absurdas y estrambóticas del mundo
La mayoría de las fábulas chinas cuentan una historia entretenida para ilustrar una lección moral o moraleja.
En general, las fábulas chinas, de manera especial las más antiguas, son pequeñas historias que argumentan grandes enseñanzas. La mayoría de ellas no fueron escritas y se han ido transmitiendo de forma oral de generación en generación y muchas de ellas sobreviven aún hoy en día, pasando de padres a hijos, representando una forma didáctica de transmitir a través de la tradición oral los valores más importantes de la milenaria cultura oriental a las nuevas generaciones.
✅ 19 fábulas chinas
✅ La cola del tigre
Una vez, Confucio caminaba junto a un discípulo por unas montañas de tupida arboleda. Sentían mucha sed, por lo que mandó a su alumno que bajara al riachuelo por un poco de agua.
Cuando Zi Lu, el adepto, se incorporó después de saciarse en la cristalina corriente, sintió que su cabello se erizaba al ver a un tigre que se le venía encima.
Fracciones de segundo antes de que la terrible fiera lo derribara de un golpe, se hizo a un lado y se apoderó, no supo cómo, de la cola del animal y tiró de ella una y otra vez. Al final, vio que el felino se alejaba gimiendo.
El atónito discípulo se quedó con la cola del tigre en las manos. Un buen rato después, cuando hubo recuperado la calma, volvió con el agua y el exótico botín de su hazaña. Zi Lu le preguntó al maestro cómo matan al tigre los más valerosos, Confucio le contestó: -Los héroes lo hacen asestándoles golpes en la cabeza, los menos valientes lo hacen tirando de sus orejas, y los cobardes se apoderan únicamente de la cola.
El discípulo de Confucio se sintió avergonzado. Arrojó lejos la cola del tigre y metió una piedra en su bolsillo. Odiaba a su maestro creyendo que lo había enviado por agua para que lo matara la fiera.
Quería vengarse con esa piedra justiciera, pero antes preguntó: -Maestro, ¿cómo matan los más valerosos? -Los más valerosos matan con el pincel, los menos valientes lo hacen con la lengua. -¿Y los cobardes? -Con la piedra en el bolsillo.
El discípulo se estremeció de miedo y se puso de rodillas ante su sabio tutor. De allí en adelante se convirtió en el alumno más fiel y más brillante de Confucio.
✅ El origen del mundo
Hace miles y miles de años, no existían ni el cielo, ni la Tierra. El universo no era más que una nebulosa y allí dormía tranquilo el gigante Pan Ku.
Después de una siesta de dieciocho mil años, el gigante se despertó y, al ver que a su alrededor solo había tinieblas se encolerizó. Comenzó a agitar sus brazos para apartarlas y, al hacerlo, se produjo una explosión.
La nebulosa que había sido el universo, comenzó a girar violentamente y, todo aquello que había en su interior comenzó a agitarse. Todo aquello que era muy ligero se elevó formando el cielo azúl, y todo aquello que era más pesado comenzó a dar lugar a la Tierra.
Pan Ku, se sintió alegre con su obra, pero temió que si se volvía a dormir, el cielo y la Tierra volvieran a unirse. Pensó que debía hacer y decidió sujetar la Tierra con las manos. Fue creciendo más de tres metros cada día para ir separando más el cielo de la Tierra y así siguió durante otros dieciocho mil años.
Pan Ku llegó a tener 45.000 kilómetros de altura pero, al poco tiempo y siendo el gigante más gigante del universo, murió extenuado. No pudo vivir para crear el mundo que había imaginado, con montañas, ríos, animales, la luna y el sol, pero al morir ocurrió algo.
Su cuerpo comenzó a cambiar dando lugar a todo lo que nos rodea, de cada parte de su cuerpo surgió un elemento de la Tierra y así es como Pan Ku, dio origen a nuestro planeta.
✅ La sospecha
Una vez, un hombre perdió una de sus herramientas de trabajo, y se le ocurrió que el ladrón había sido uno de los hijos de su vecino.
Durante días, no podía dejar de mirar su forma de caminar, que le parecía que era la de un ladrón, y también su forma de comportarse. Al final, todo lo que hacía le parecía propio de un delincuente.
Días después, encontró sus herramientas en un camino del bosque, y desde entonces todos los gestos de su vecino le parecieron completamente normales.
✅ La rana en el pozo
En un pozo poco profundo vivía una rana.
– ¡Mira qué bien estoy aquí! – le decía a una gran tortuga del Mar del Este –. Cuando salgo puedo saltar alrededor, sobre el brocal, y cuando regreso puedo descansar en las hendiduras de los ladrillos.
Puedo chapalear, sacando sólo la cabeza fuera del agua, hasta llenar mi corazón de gozo; o andar sobre el lado suave con los pies sumergidos hasta los tobillos.
Ni los cangrejos, ni los renacuajos pueden compararse conmigo. Soy amo del agua y señor de este pozo. ¿Qué más puede ambicionar un ser? ¿Por qué no vienes aquí, más a menudo, a pasar un rato?
Antes que la tortuga del Mar del Este pudiera meter su pie izquierdo en el pozo, sin saber cómo, ya su pie derecho se había enganchado con algo. Se detuvo y retrocedió; entonces comenzó a describir a la rana el océano.
– Tiene más de mil metros de ancho y más de quinientos de profundidad.
En otros tiempos había inundaciones nueve años de cada diez; sin embargo, el agua del océano no aumentaba.
Después hubo sequía siete años de cada ocho, sin embargo, el agua del océano no disminuía. Se ha mantenido igual a través de los años.
Por eso me gusta vivir en el Mar del Este.
La rana, en el pozo insignificante, se quedó atolondrada y sintió algo de vergüenza.
✅ La piedra del deseo
Érase una vez un anciano que tenía tres hijos.
Eran muy perezosos y nunca habían trabajado.
Enfadado les dijo que tenían que aprender una profesión y trabajar porque él era mayor y pronto no estaría para ayudarles.
Los tres hermanos, se reunieron, pensaron un plan para viajar en busca de fortuna y encontrarse al cabo de tres años con las ganancias obtenidas.
Así hicieron.
Mientras el hermano mayor y el mediano aprendían oficios, el tercer hermano se encontró con una compañía de actores, se unió a ella y recorrió el país actuando con ellos, con su disfraz y su guitarra divertía a las gentes de los pueblos.
Un buen día, al cabo de tres años, recordó el acuerdo y quiso volver a su casa. En su camino, se encontró ante un gran mar, pero las olas eran tan altas que no pudo avanzar.
Se quedó triste y lloroso mientras tocaba una melodía en su guitarra. De pronto, vio al mensajero del rey dragón separando las olas.
— El rey dragón ha quedado maravillado con tu canción, te suplica que vayas a su reino y cantes para él.
El tercer hijo pasó en el reino tres días cantando y divirtiendo al rey dragón pero, de nuevo, quiso volver con sus padres.
El hijo del rey viéndole entristecido le avisó de que su padre le ofrecería oro y plata para que se quedara, pero le dijo que no los aceptara y en su lugar tomara la piedra mágica que él llevaba en su pecho, le concedería todos sus deseos.
Estoy muy feliz con tu presencia aquí, te daré oro y plata si te quedas, dijo el rey dragón al día siguiente cuando el hermano pequeño manifestó su intención de marchar.
— No quiero oro y plata, prefiero esa joya que tu hijo el príncipe lleva sobre el pecho, respondió el astuto hermano pequeño.
El rey dragón se la dio y el tercer hijo se marchó hacia su casa. Allí se reencontró con su familia.
Allí se encontró con toda su familia.
El anciano padre, estaba contento porque sus hijos mayores habían aprendido oficios, pero el pequeño se había hecho actor.
Así que ante el miedo que dilapidara su fortuna, le desheredaron.
Sin embargo, tenía la piedra del deseo del rey dragón y a ella le pidió una gran casa, animales, comidas y riquezas.
El hermano mayor, viendo todo aquello le pidió una parte de la piedra.
El hermano pequeño, que no era rencoroso y sí generoso, la repartió entre ambos pero, cuando el hermano mayor quiso pedirle un deseo, toda su casa y sus pertenencias salieron volando en un gran tornado, junto con su trozo de la piedra del deseo que voló por los aires hasta unirse de nuevo a su otra mitad.
Una vez juntas la dos mitades, se alejaron hacia el fondo del mar, de donde nunca jamás volvieron a salir.
✅ El cochero vanidoso
Un día Yan Zi, Primer Ministro del Reino de Qi, salió en su carroza.
La mujer de su cochero, desde el portal observó cómo su marido, engreído y presumido, conducía los cuatro caballos desde el pescante.
Cuando el cochero regresó a casa la mujer le dijo que quería abandonarle.
El marido preguntó el porqué.
– Yan Zi es Primer Ministro de Qi – repuso ella –. Es famoso a través de todos los Reinos. Pero hoy lo vi sumido en sus pensamientos y sin darse aires.
Tú eres un simple cochero; sin embargo te das gran importancia y estás muy satisfecho de ti mismo.
Por eso te quiero dejar.
Desde entonces, el marido se comportó con modestia.
Cuando Yan Zi, sorprendido, inquirió el motivo de este cambio, el cochero le dijo la verdad.
Entonces Yan Zi lo recomendó para un puesto oficial.
✅ La fábula de amor
Hace mucho, pero mucho tiempo, un príncipe del norte de China, llamado a ser Emperador, lanzó un concurso entre las jóvenes solteras de la corte.
El motivo de la lid era hallar la candidata perfecta para desposarla, pues permanecía soltero y así no podía ser monarca.
Acudieron decenas de jóvenes ricas y bellas, y una de muy singular belleza también, pero que era muy pobre y solo había ido para ver de cerca al príncipe.
La muchacha se sabía en desventaja, pero como siempre había estado enamorada del príncipe, le bastaba estar cerca de él aunque fuera por unos minutos.
Así, el príncipe entregó una semilla a cada joven y les dijo que la que llegase al cabo de seis meses con la flor más bonita brotada de esa semilla, sería su esposa.
Todas las jóvenes se dieron a ello de inmediato, y la de pocas riquezas, por no decir nulas, le puso permanente empeño.
A pesar que sabía poco de técnicas de cultivo investigó e intentó todo. Mas cada esfuerzo fue en balde, pues a los seis meses nada había brotado de la semilla.
Llegado el día de presentar las flores entonces, decidió acudir con su vaso vacío. Aunque estaba segura de que no ganaría, porque todas las demás candidatas tenían bellísimas flores de variados colores, pensó que volver a ver al príncipe y futuro emperador de cerca bien valía cualquier vergüenza.
Sin embargo, cual no sería su sorpresa al ser ella la escogida. El príncipe dijo que la prueba se basaba en la honestidad y que solo ella la había pasado.
Todas las semillas entregadas por él eran estériles, de forma que el resto de las candidatas eran viles mentirosas y solo ella era la indicada para amar y reinar a su lado. Así, el Emperador y su honesta Emperatriz fueron felices para toda la vida.
✅ El oro
Había una vez un hombre que ansiaba tener una pieza de oro más que nada en la vida. Un día, se vistió de gala y fue al mercado a buscar al comerciante.
Al verlo, cogió una de sus piezas y salió corriendo sin pagarla.
Cuando le cogieron, le preguntaron por qué había robado la pieza de oro delante de tanta gente, cuando estaba claro que le atraparían.
El hombre contestó que estaba tan cegado por el oro que para él no había nadie más alrededor.
✅ La sospecha
Un hombre perdió su hacha; y sospechó del hijo de su vecino. Espió la manera de caminar del muchacho –exactamente como un ladrón.
Observó la expresión del joven –como la de un ladrón.
Tuvo en cuenta su forma de hablar –igual a la de un ladrón.
En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable de hurto.
✅ La lechuza se muda de casa
Un día la lechuza se encontró con la tórtola.
– ¿A dónde vas? – preguntó la tórtola.
– Me estoy mudando al Este – dijo la lechuza.
– ¿Por qué? – demandó la tórtola.
– A la gente de aquí no le gusta mi graznido – replicó la lechuza –. Por eso quiero trasladarme al Este.
– Si puedes cambiar tu voz, estará muy bien.
Pero si no puedes, aunque te vayas al Este, será lo mismo, porque a la gente de allí no le gustará tampoco.
✅ El muro desmoronado
Había una vez un hombre rico en el Reino de Sung.
Después de un aguacero, el muro de su casa comenzó a desmoronarse.
-Si no se repara ese muro, -le dijo su hijo- , por ahí va a entrar un ladrón.
Un viejo vecino le hizo la misma advertencia.
Aquella misma noche le robaron una gran suma de dinero.
Entonces el hombre rico elogió la inteligencia de su hijo; pero desconfió de su viejo vecino.
✅ El regalo de las palomas
Era costumbre en Handan cazar palomas para regalarlas al príncipe el día de Año Nuevo. Esto agradaba tanto al soberano que repartía valiosas recompensas.
Alguien le preguntó la razón de esta costumbre.
– El día de Año Nuevo dejo las palomas en libertad para demostrar mi bondad – contestó el príncipe.
– Como sus súbditos saben que Ud. necesita palomas para libertarlas, todos se dedican a cazarlas – comentó el otro –.
Y el resultado es que al cazarlas, mueren muchas.
Si Ud. realmente quiere salvarlas, es mejor que prohíba su caza.
Tal como están las cosas, Ud. las caza para libertarlas y su bondad no puede reparar el daño que ocasiona.
El príncipe asintió.
✅ La parábola del estudio
Ya tengo setenta años –dijo el duque Ping de Dsin a su músico ciego, Shi Kuang-.
Aunque quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
-¿Por qué no enciende la vela? –sugirió Shi Kuang.
-¿Cómo se atreve un súbdito a bromear con su señor? –exclamó el duque enojado.
-Yo, un músico ciego no me atrevería –protestó Shi Kuang-.
Pero he oído decir que si un hombre es estudioso en su juventud, su futuro será brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en la edad media, es como el sol del mediodía; mientras que si comienza a estudiar de viejo, es como la llama de la vela.
Aunque la vela no es muy brillante, por lo menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad.
El duque estuvo de acuerdo.
✅ Ungüento para manos agrietadas
En el Reino de Song había una familia que elaboraba un ungüento para las grietas en las manos; por eso, de generación en generación, se dedicaban al lavado de ropa. Un hombre oyó hablar de la cosa y ofreció 100 monedas de oro por la receta.
– Hemos estado, por generaciones, en este negocio de la lavandería – argumentaba la familia, mientras discutía la oferta –. Pero jamás ganamos más que unas cuantas monedas de oro. Sin vacilar debemos venderla.
Por entonces, el Reino de Yue invadía el Reino de Wu; y el hombre que habían comprado la receta, se la regaló al príncipe de Wu, quien al punto lo nombró general. Ese invierno, sus tropas entraron en un combate naval con las de Yue, derrotando totalmente al enemigo. Y el príncipe recompensó al general con un feudo.
Así, el mismo ungüento para las manos agrietadas pudo ganar un feudo, o simplemente aliviar a los lavanderos.
✅ El zorro que se aprovechó del poder del tigre
Andando de cacería, el tigre cogió a un zorro. – A mí no puedes comerme – dijo el zorro –. El Emperador del Cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás como los otros animales huyen en cuanto me ven. El tigre accedió a acompañarle; y en cuanto los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro, y no se daba cuenta de que a quien temían era a él.
✅ El príncipe y su arco
El príncipe Xuan era aficionado a disparar flechas y le agradaba que le dijeran que era un arquero fuerte. Pero la verdad era que no podía tender un arco que pesara más de treinta libras. Cuando mostraba su arco a sus acompañantes, éstos simulaban tratar de arquearlo, pero lo hacían sólo hasta la mitad de su extensión. – ¡Debe pesar por lo menos noventa libras! – exclamaban todos –. Nadie, salvo Su Alteza, puede manejar un arco así. Y esto llenaba al príncipe de satisfacción. Aunque tendía un arco de sólo 30 libras, hasta el fin de su vida creyó que éste pesaba 90. Eran 30 de hecho y 90 de nombre. Por mantener fama inmerecida, el príncipe dejó la verdad por el camino.
✅ La barra de hierro
Un día, hace muchos años, tres niños iban cantando y riendo camino de la escuela. Como todas las mañanas atravesaron la plaza principal de la ciudad y en vez de seguir su ruta habitual, giraron por una oscura callejuela por la que nunca habían pasado.
De repente, algo llamó su atención; en uno de los portales, sentada sobre un escalón, vieron a una viejecita de moño blanco y espalda encorvada que frotaba sin descanso una barra de hierro contra una piedra.
Los niños, perplejos, se quedaron mirando cómo trabajaba. La barra era grande, más o menos del tamaño un paraguas, y no entendían con qué objetivo la restregaba sin parar en una piedra que parecía la rueda de un molino de agua.
Cuando ya no pudieron aguantar más la curiosidad, uno de ellos preguntó a la anciana:
– Disculpe, señora ¿podemos hacerle una pregunta?
La mujer levantó la mirada y asintió con la cabeza.
– ¿Para qué frota una barra de hierro contra una piedra?
La mujer, cansada y sudorosa por el esfuerzo, quiso saciar la curiosidad de los chavales. Respiró hondo y con una dulce sonrisa contestó:
– ¡Muy sencillo! Quiero pulirla hasta convertirla en una aguja de coser.
Los niños se quedaron unos momentos en silencio y acto seguido estallaron en carcajadas. Con muy poco respeto, empezaron a decirle:
– ¿Está loca? ¡Pero si la barra es gigantesca!
– ¿Reducir una barra de hierro macizo al tamaño de una aguja de coser? ¡Qué idea tan disparatada!
– ¡Eso es imposible, señora! ¡Por mucho que frote no lo va a conseguir!
A la anciana le molestó que los muchachos se burlaran de ella y su cara se llenó de tristeza.
– Reíros todo lo que queráis, pero os aseguro que algún día esta barra será una finísima aguja de coser. Y ahora iros al colegio, que es donde podréis aprender lo que es la constancia.
Lo dijo con tanto convencimiento que se quedaron sin palabras y bastante avergonzados. Con las mejillas coloradas como tomates, se alejaron sin decir ni pío.
Al llegar a la escuela se sentaron en sus pupitres y contaron la historia a su maestro y al resto de sus compañeros. El sabio profesor escuchó con mucha atención y levantando la voz, dijo a todos los alumnos:
– Vuestros amigos son muy afortunados por haber conocido a esa anciana; aunque no lo creáis, les ha enseñado algo muy importante.
El aula se llenó de murmullos porque nadie sabía a qué se refería. Finalmente, uno de los tres protagonistas levantó la mano y preguntó:
– ¿Y qué es eso que nos ha enseñado, señor profesor?
– Está muy claro: la importancia de ser constante en la vida, de trabajar por aquello que uno desea. Os garantizo que esa mujer, gracias a su tenacidad, conseguirá convertir la barra de hierro en una pequeña aguja para coser ¡Nada es imposible si uno se plantea un objetivo y se esfuerza por conseguirlo!
Los niños se quedaron pensando en estas palabras y preguntándose si el maestro estaría en lo cierto o simplemente se trataba de una absurda fantasía.
Por suerte, la respuesta no tardó en llegar; pocas semanas más tarde, de camino al cole, los tres chicos se encontraron de nuevo a la anciana en la oscura callejuela. Esta vez estaba cómodamente sentada en el escalón del viejo portal, muy sonriente, moviendo algo diminuto entre sus manos.
Corrieron para acercarse a ella y ¿sabéis qué hacía? ¡Dando forma al agujerito de la aguja por donde pasa el hilo!
✅ Demasiados senderos
Un vecino de Yang Zi, que había perdido una oveja, mandó a todos sus hombres a buscarla y le pidió al sirviente de Yang Zi que se uniera a ellos.
– ¡Qué! – exclamó Yang Zi –. ¿Necesita Ud. a todos estos hombres para encontrar una oveja?
– Son muchos los senderos que puede haber seguido – explicó el vecino. Cuando regresaron, Yang Zi preguntó al vecino:
– Bueno, ¿encontraron la oveja?
Este contestó que no. Entonces Yang Zi preguntó por qué habían fracasado.
– Hay demasiados senderos – respondió el vecino –. Un sendero conduce a otro, y no supimos cuál tomar; así es que regresamos.
Yang Zi se quedó hondamente pensativo. Permaneció silencioso largo tiempo y no sonrió en todo el día.
Sus discípulos estaban sorprendidos.
– Una oveja es una nadería – dijeron –, y ésta no era ni siquiera suya. ¿Por qué tiene Ud. que dejar de hablar y sonreír?
Yang Zi no respondió, y sus discípulos se llenaron de perplejidad. Uno de ellos, Mengsun Yang, fue a contarle a Xindu Zi lo que ocurría.
– Cuando hay demasiados senderos – dijo Xindu Zi –, un hombre no puede encontrar su oveja. Cuando un estudiante se dedica a demasiadas cosas, malgasta su tiempo y pierde su ruta. Usted es discípulo de Yang Zi y aprende de él; sin embargo, parece que no ha llegado a comprenderle nada. ¡Qué lástima!
✅ Las dos culebras
Había una vez dos culebras que vivían tranquilas y felices en las aguas estancadas de un pantano. En este lugar tenían todo lo que necesitaban: insectos y pequeños peces para comer, sitio de sobra para moverse y humedad suficiente para mantener brillantes y en buenas condiciones sus escamas.
Todo era perfecto, pero sucedió que llegó una estación más calurosa de lo normal y el pantano comenzó a secarse. Las dos culebras intentaron permanecer allí a pesar de que cada día la tierra se resquebrajaba y se iba agotando el agua para beber. Les producía mucha tristeza comprobar que su enorme y querido pantano de aguas calentitas se estaba convirtiendo en una mísera charca, pero era el único hogar que conocían y no querían abandonarlo.
Esperaron y esperaron las deseadas lluvias, pero éstas no llegaron. Con mucho dolor de corazón, tuvieron que tomar la dura decisión de buscar otro lugar para vivir.
Una de ellas, la culebra de manchas oscuras, le dijo a la culebra de manchas claras:
– Aquí solo ya solo quedan piedras y barro. Creo, amiga mía, que debemos irnos ya o moriremos deshidratadas.
– Tienes toda la razón, vayámonos ahora mismo. Tú ve delante, hacia el norte, que yo te sigo.
Entonces, la culebra de manchas oscuras, que era muy inteligente y cautelosa, le advirtió:
– ¡No, eso es peligroso!
Su compañera dio un respingo.
– ¿Peligroso? ¿Por qué lo dices?
La sabia culebra se lo explicó de manera muy sencilla:
– Si vamos en fila india los humanos nos verán y nos cazarán sin compasión ¡Tenemos que demostrar que somos más listas que ellos!
– ¿Más listas que los humanos? ¡Eso es imposible!
– Bueno, eso ya lo veremos. Escúchame atentamente: tú te subirás sobre mi lomo pero con el cuerpo al revés y así yo meteré mi cola en tu boca y tú tu cola en la mía. En vez de dos serpientes pareceremos un ser extraño, y como los seres humanos siempre tienen miedo a lo desconocido, no nos harán nada.
– ¡Buena idea, intentémoslo!
La culebra de manchas claras se encaramó sobre la culebra de manchas oscuras y cada una sujetó con la boca la cola de la otra. Unidas de esa forma tan rara, comenzaron a reptar. Al moverse sus cuerpos se bamboleaban cada uno para un lado formando una especie de ocho que se desplazaba sobre la hierba.
Como habían sospechado, en el camino se cruzaron con varios campesinos y cazadores, pero todos, al ver a un animal tan enigmático, tan misterioso, echaron a correr muertos de miedo, pensando que se trataba de un demonio o un ser de otro planeta.
El inteligente plan funcionó, y al cabo de varias horas, las culebras consiguieron su objetivo: muy agarraditas, sin soltarse ni un solo momento, llegaron a tierras lluviosas y fértiles donde había agua y comida en abundancia. Contentísimas, continuaron tranquilas con su vida en este nuevo y acogedor lugar.
✅ Fábulas de la China milenaria recitadas en español
Gayo Julio Fedro, más conocido universalmente con el nombre de Fedro,(en latín Caius Iulius Phaedrus o Phaeder, en griego antiguo Φαῖδρος), nació alrededor del año 14 o 15 A.C. y falleció sobre el año 50 D.C..
Es un fabulista latino de origen tracio y nacido en la que fuera provincia romana de Macedonia, ex esclavo de la casa imperial y liberado por el emperador Augusto pasando a denominarse liberto, que así se denominaba a los esclavos liberados por sus amos en la Roma imperial.
Recibió una excelente educación, ya que fue llevado a Roma y formó parte de los esclavos personales del emperador Augusto. Recibió la libertad de manos del mismo Augusto.
Desarrolló su actividad literaria durante los mandatos de Tiberio, Calígula y Claudio.
Publicó en cinco libros su colección de fábulas latinas en verso.
La mayor fuente de inspiración le conecta directamente con Esopo; el resto de su obra procede de su experiencia personal o se inspira en la sociedad de su época de la cual fue un agudo observador.
Su lengua materna fue el griego, pero dominaba el latín con bastante soltura y solvencia.
Aproximadamente un tercio de su obra está tomada de Esopo, cuyas fábulas adaptó; los otros dos tercios son enteramente producto de su imaginación. Al igual que su predecesor, Fedro cuenta historias sobre animales, pero también presenta figuras humanas, incluyendo al mismo Esopo.
«Esopo fue el primero en encontrar el material: yo lo pulí en versos serenos. Este pequeño libro tiene un doble mérito: hace reír a la gente y da sabios consejos para la conducción en la vida. A aquellos que me reprochan injustamente que no sólo hago hablar a los animales sino también a los árboles, les recuerdo que es diversión sobre ficción.»
«Las enseñanzas de Esopo son un ejemplo perfecto, y se debe buscar sólo el objetivo de sus fábulas: corregir los errores de los hombres, y lograr en ellos una viva imitación de la vida. Cualquiera que sea la naturaleza de un cuento, si cautiva y cumple con su propósito es válido. Por lo tanto, seguiré escrupulosamente los pasos del sabio.»
Las escasas informaciones que tenemos sobre Fedro provienen del propio fabulista, a través de su obra. Nacido en Tracia, probablemente en la colonia romana de Filipos, Fedro llegó a Roma como esclavo, aunque no se sabe a ciencia cierta en qué circunstancias. Sus manuscritos, sin embargo, le denominan Augusti libertus («liberado de Augusto»). En cualquier caso, consiguió dotarse de una buena formación intelectual, y el latín se convierte rápidamente en su segunda lengua.
Durante el mandato de Tiberio, publica sus dos primeros libros de Fábulas y rápidamente atrae ciertas enemistades poderosas. Su prólogo al Libro III quiere ser una justificación pública: niega cualquier intención o significado oculto de sus cuentos.
En este epílogo del Libro III, se dirige a Eutico, personaje desconocido, vagamente identificable con el favorito de Calígula, para obtener el perdón de sus enemigos; en los Libros IV y V, ya no alude a sus problemas con posibles enemistades, y se deduce que su alegato fue acogido favorablemente.
Su obra se recoge bajo el nombre de Phaedri Augusti Liberti Fabulae Æsopiae (Las Fábulas Esópicas de Fedro, liberado de Augusto). Consta de cinco libros que contienen ciento veintitrés fábulas versificadas. Cada libro está precedido por un prólogo y seguido por un epílogo, con la excepción del Libro I que no tiene epílogo.
Como indica el título de la colección, las Fábulas de Fedro se inspiran en Esopo: «Aesopus auctor quam materiam repperit, hanc ego poliui uersibus senariis» (Esopo, que creó la fábula, encontró el material, y yo lo he pulido en versos), escribe en el prólogo del Libro I. Sólo cuarenta y siete piezas fueron prestadas o inspiradas directamente de la obra de su predecesor Esopo.
En su obra, opta por el verso, donde Esopo eligió la prosa. El autor latino pone en escena principalmente historias de animales (que inspirarán siglos después a Jean de La Fontaine), personajes humanos, e incluso a él mismo.
El resto de su obra proviene de varias fuentes y creaciones originales. Algunos incluso parecen sacados de noticias y hechos reales contemporáneos.
Fedro no alcanzó en vida la gloria literaria a la que aspiraba, no siendo reconocido por sus contemporáneos que mayoritariamente lo ignoran, hecho del cual se queja amargamente en el prólogo del Libro III.
Cae en el anonimato y su nombre no sale del olvido hasta que, muchos siglos después, llegado el Renacimiento, se produce el descubrimiento de un antiguo manuscrito por parte de los humanistas franceses Pierre Pithou y François Pithou y que publicaron la primera edición de los cinco libros en 1596.
Transmitida de manera fragmentaria e incompleta, casi toda su obra sólo pudo ser restaurada tras la recopilación de diversos manuscritos. La más importante data del siglo XIX y ya fue la utilizada por Pierre Pithou para su edición de 1596.
A pesar de todo, tras un laborioso trabajo de recopilación y estudio, se ha llegado a la conclusión que el final del Libro I y parte del Libro V se han perdido irremediablemente.
De los dos manuscritos más antiguos de las fábulas de Fedro, el primero, el manuscrito de Pithou, se conserva hoy en día; el otro, el conocido como manuscrito de Saint-Remi de Reims, se destruyó en 1774 en el incendio de la biblioteca de esta abadía.
✅ Fábulas de Fedro
✅ Un cazador y un perro
Un perro valiente contra todo género de fieras, aun las mas veloces, habiendo siempre satisfecho a su amo, comenzó a desmayar por los muchos años. En una ocasión echado a reñir con un jabalí, hizo presa en la oreja; pero soltó la presa por tener ya los dientes corroídos: sentidos de esto el cazador reñía al perro: este, aunque viejo, respondió ladrando: no me falta el brío, sino las fuerzas. Alabas lo que fui, y echas menos lo que ya no soy.
✅ Demetrio y Menandro
Demetrio, llamado Falereo, se apoderó de Atenas con tiranía. Sin embargo todos, y a porfía, como es ordinario en el vulgo, se atropellan a saludarle con alegres vivas. Aun los magnates besan la mano que los oprime, lamentándose interiormente de la triste mudanza de su fortuna. Aun los perezosos y entregados al ocio, acuden los últimos, porque no les perjudique el haber faltado a esta atención; entre los cuales Menandro, célebre por sus comedias, (las cuales había leído Demetrio, y admirado su ingenio, sin conocerle) venía con paso afeminado y lánguido, lleno de perfumes y arrastrando el vestido. Luego que el tirano le vio entre los últimos, dijo: ¿Cómo este afeminado tiene valor para ponerse en mi presencia? Respondiéronle los que venían a su lado: este es Menandro el escritor, trocado de repente, le saluda cariñosamente y le da la mano.
✅ La rana rota y el buey
En un prado, cierta vez, una rana vio a un buey, y, tocada por la envidia de tanta grandeza, su rugosa piel infló.
Entonces a sus hijos preguntó si era más grande que el buey. Ellos dijeron que no. De nuevo tensó su piel con mayor esfuerzo, y de similar modo preguntó quién era mayor. Ellos dijeron: «el buey». Nuevamente indignada, mientras quiere más fuertemente inflarse, con su cuerpo roto yació.
✅ Unos caminantes y un ladrón
Dos hombres iban caminando a la ligera cobarde el uno, mas el otro muy valiente. Sáleles al encuentro un ladrón, y amenazándoles con la muerte, les pidió la bolsa. El animoso acometiéndole con brío, rebate la fuerza con la fuerza, atraviesa con su espada al ladrón, que no lo esperaba, y se libró del peligro con su valor. Muerto este, acudió el compañero cobarde, desenvaina el acero, y terciando el capote, dice: Déjamele, que yo le haré saber con quien se las toma. Entonces el que había vencido, le respondió: hubiérasme ayudado antes siquiera con esas palabras, y hubiera estado mas alentado, creyendo que iban de veras. Ahora envaina la espada, y juntamente esa lengua fanfarrona, para deslumbrar a otros que no te conozcan. Yo, que por experiencia he visto cuan ligero huyes, sé muy bien que no hay mucho que fiar de tu valor.
Esta fábula se debe aplicar a aquél, que se hace el valiente a golpe seguro, y en trance dudoso escapa.
✅ La zorra y el cuervo
Como de una ventana un cuervo un queso robado quisiera comerse, sentándose en un alto árbol, lo envidió una zorra, luego así empezó a hablar: «¡Oh cómo es, cuervo, el brillo de tus plumas! ¡Qué gran belleza llevas en tu cuerpo y en tu rostro! Si voz tuvieras, ningún ave superior habría». Y aquél, mientras quiere también su voz mostrar, de su boca abierta soltó el queso; rápidamente la astuta zorra lo arrebató con sus ávidos dientes. Sólo entonces gimió el cuervo, burlado por su estupidez.
✅ Un charlatán y un rústico
Suelen los hombres engañarse por pasión, y cuando mas se obstinan en mantener su errado dictamen, verse obligados con la evidencia de la verdad a retratarle.
Queriendo un hombre rico y noble celebrar una fiestas, convidó con premios a todos, para que cada uno trajese la invención que pudiese. Concurrieron los diestros a la fama de este certamen, entre los cuales un truhán bien conocido por su gracejo, dijo, que él sabia una habilidad, que nunca se había representado en el teatro. Esparcida esta voz, conmuévese la ciudad. Faltan ya para el gentío los asientos poco antes desocupados. Pero luego que apareció en el teatro solo, sin aparato, sin compañía, la misma expectación puso a todos en silencio. En esto bajó la cabeza al pecho, y remedó tan al vivo el gruñido de un lechoncillo, que todos porfiaban sobre que le ocultaba con la capa y le mandaban que la sacudiese. Hecho esto y no hallando nada, le colman de alabanzas y le celebran con el mayor aplauso. Vio lo que pasaba un rústico, y dijo: por vida mía, que a mí no me ha de ganar; y de contado se ofreció a hacerlo él mejor al día siguiente. Acude mayor gentío; siéntase no tanto para verle, cuanto por burlarse de él, por estar preocupados a favor del otro. Salen ambos al tablado: el Truhán gruñe primero, y se lleva los aplausos y aclamaciones. Entonces el rústico, fingiendo que escondía entre el vestido algún marranillo, como de verdad lo hacia, y lo hacia con mas seguridad, por cuanto nada escondido habían hallado en el primero, tiró de la oreja al marrano verdadero, que había ocultado, y él con el dolor prorrumpió en su natural gruñido. El pueblo levanta el grito diciendo, que el Truhán lo había remedado con mas propiedad, y manda echar al rústico enhoramala. Mas él saca de su seno el marranillo, convenciendo con la evidencia su error grosero, y les dice: veis aquí, este declara, que tales son vuestros juicios.
✅ Príncipe flautero
Hubo en Roma un flautero de algún crédito, llamado Príncipe, que solía hacer el son a Batylo, cuando danzaba en el teatro. Este en ciertos juegos, no me acuerdo cuales, al moverse rápidamente una máquina, dio sin pensar una gran caída, y se rompió la canilla izquierda, aunque hubiera querido más que se le quebrasen dos de sus flautas derechas. Cogido en brazos y dando muchos gemidos, le llevan a su casa: pásanse algunos meses en curarse hasta sanar; y los mirones según su costumbre y buen humor, comenzaron a echar menos al que con sus flautas avivaba la agilidad del bailarín. Estaba para dar unas grandes fiestas cierto personaje, y ya Príncipe comenzaba a andar por su pie. Redúcele a fuerza de súplicas y dinero a que por lo menos se deje ver en público en el mismo día de los juegos. Luego que llegó, comienza a correr la voz en el teatro. Unos afirman, que es muerto: otros, que saldrá luego a las tablas. Corridas las cortinas, remedados los truenos, bajaron los dioses a hablar en el teatro en la forma ordinaria. Entonces engañó al pobre flautero, el coro de músicos y su sabida cantinela, cuya substancia era esta: Gózate Roma dichosa por la salud de tu Príncipe. Levántanse todos a aclamar. y el flautero se deshace a besamanos, porque piensa que lo hacen por él. Advierten los caballeros su error grosero, y pereciendo de risa, mandan que se repita la canción. Repítese, y el buen hombre se tiende de largo a largo en el tablado: los caballeros le aplauden por mofa: el pueblo imagina, que pide la corona, premio de estos juegos. Pero luego que se hizo patente a todos su loca persuasión, el triste del Príncipe con su pierna ligada con vendas blancas, con su vestido y zapatos blancos, engreído con el imaginado honor, que es propio, de la augusta casa, asido de los cabezones, fue por todos arrojado fuera del teatro.
✅ El lobo y la grulla
Como quedara clavado un hueso, al tragarlo, en la garganta de un lobo, vencido por el gran dolor empezó a seducir a todos con un premio para que le extrajeran aquel mal. Finalmente, fue persuadida por el juramento una grulla, que entregando la longitud de su cuello a la garganta hizo la peligrosa cirugía al lobo. Como por esto solicitara insistentemente el premio pactado, «Ingrata eres» dijo» porque sacaste incólume tu cabeza de mi boca y pides recompensa».
✅ Las ranas pidiendo un rey
Floreciendo Atenas por la igualdad de sus leyes, la libertad descarada turbó la ciudad, y la disolución rompió el antiguo freno. Con esta ocasión, puestas en bandos las parcialidades, el tirano Pisistrato se apoderó del alcázar. Y como los atenienses llorasen su triste servidumbre; no porque el tirano fuese cruel, sino porque toda carga es pesada para los que no están hechos a ella, y hubiesen comenzado a quejarse, Esopo les contó al caso este cuentecillo.
Las ranas, que antes vagueaban libremente por las lagunas, pidieron á grandes voces a Júpiter un rey, que con rigor refrenase sus licenciosas costumbres. Sonrióse el padre de los dioses, y las dio una vigueta pequeña, la cual arrojada de improviso, con el movimiento y ruido que causó en el agua, aterró a la tímida grey. Como esta vigueta se mantuviese por largo rato clavada en el cieno, por fortuna una de ellas sacó poco a poco la cabeza del estanque, y después de haber observado bien al nuevo rey, las llama á todas. Ellas, perdido el miedo; se acercan nadando a porfía, y la chusma desvergonzada brincaba sobre el leño; y después de haberle ensuciado con todo genero de inmundicias, enviaron a pedir á Júpiter otro rey, porque era inhábil el que las había dado. Entonces las envió un culebrón, que con áspero diente comenzó a morderlas. En vano las desdichadas hacen por huir de la muerte: el miedo las embarga la voz. De secreto, pues, encargan á Mercurio, que pida a Júpiter, socorra a las afligidas. Eso no, las dice el dios: pues no quisisteis contentaros con vuestro bien, sufrid el mal que os ha venido: y vosotros también, o ciudadanos, concluyó Esopo, llevad en paciencia este trabajo, no sea que os suceda otro tanto mayor.
✅ Los perros hambrientos
Vieron unos perros hambrientos en el fondo de un arroyo unas pieles que estaban puestas para limpiarlas; pero como debido al agua que se interponía no podían alcanzarlas decidieron beberse primero el agua para así llegar fácilmente a las pieles. Pero sucedió que de tanto beber y beber, reventaron antes de llegar a las pieles.
✅ El César a un criado
Hay en Roma una casta de hombres bulliciosos, que andan afanados de aquí para allí, ocupados sin que hacer, azorados sin causa metiendo la mano en todo, sin hacer nada molestos para sí y enfadadísimos para los demás. A estos pretendo corregir, si es posible, con un cuento verdadero: merece atención.
Habiendo Tiberio César, que pasaba a Nápoles, llegando a su casa de campo de Miseno, la cual edificada por Lúculo, en la cumbre de un monte, extiende sus vistas de un lado al mar de Sicilia, y de otro al de Toscana: un criado, de los que andaban faldas en cinta, y traía la túnica de lienzo de Damiata, arregazada de los hombros a la cintura, con sus flecos pendientes, al tiempo que el soberano paseaba sus amenos jardines, comenzó a regar la tierra fogosa con un regador de madera, blasonando de la oportunidad de su obsequio; pero hizo burla de él. Después tomando las vueltas, que bien sabia, se adelantó a regar otra calle, para apagar el polvo. Conocióle el César, y le penetró el pensamiento. Y cuando el pensaba haber hecho un gran negocio, le dice el soberano: oyes, ven acá. Acude volando, alegre con la cierta esperanza de alguna merced. Entonces la majestad de tan grande emperador se burló de él con este donaire: no es cosa lo que hiciste, y has trabajado en vano: que mas caras que eso vendo yo las bofetadas.
✅ El lobo y el cordero
A un mismo riachuelo un lobo y un cordero habían llegado, por la sed impulsados. En la parte de arriba estaba el lobo, y bastante más abajo el cordero. Entonces, excitado por su voracidad,
el cazador un motivo de pelea introdujo; “¿Por qué», dijo, «me enturbiaste el agua a mí, que estoy bebiendo?” A su vez, el cordero, teniendo miedo: “¿Cómo puedo, te pregunto, hacer eso de lo que te quejas, lobo? El agua discurre de ti hacia mis sorbos». Aquel, rechazado por la fuerza de la verdad, «Seis meses antes» dijo «hablaste mal de mí». Responde el cordero: «Ciertamente no había nacido». » Tu propio padre,¡Por Hércules!» dijo aquél, «habló mal de mí»; y, agarrado de tal manera, lo descuartizó en una muerte injusta.
✅ Un ciervo y unos bueyes
Un ciervo ojeado de entre los escondrijos de un bosque, para escapar de la muerte, que la amenazaba de parte de los cazadores, se acogió a una quinta cercana, y se escondió en el matadero, que era el sitio mas a mano. Allí un buey le dijo al refugiado: ¿En qué has pensado, infeliz, que por tu pie has venido corriendo al matadero, y fiado tu vida a la merced de los hombres? A esto respondió humilde el ciervo: Vosotros por ahora no me descubráis, que yo me saldré a la primera ocasión que se ofrezca. A la luz del día suceden las tinieblas de la noche; el boyero trae ramaje para los bueyes, y no por eso ve al ciervo: entran y salen una y otra vez los demás rústicos, y ninguno repara en él: pasa por allí también el cachicán, y ni este lo advierte. Gozoso entonces el ciervo comenzó a dar muchas gracias a los pacíficos bueyes, por haberle dado asilo en su desgracia. Respondiole uno de ellos: nosotros a la verdad deseamos verte libre; pero si viniere el de cien ojos, en gran riesgo está tu vida. Al decir esto, hétele aquí el amo después de cena; y porque había observado poco antes, que los bueyes estaban desmejorados, se llega a los pesebres y dice: ¿Por qué habrá aquí tan poca hoja? aquí faltan las mullidas: ¿tanto hubiera costado quitar estas telarañas? Al tiempo que así lo registra todo, descubre también los altos cuernos del ciervo, al cual, convocada la familia, manda matar y se alza con él, como presa suya.
✅ El lobo y el caballo
Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto, la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso: − ¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!
✅ Un perro y un lobo
Un lobo transido de hambre se encontró casualmente con un perro bien cebado. Saludándose mutuamente, luego que se pararon, comenzó el lobo: dime por tu vida
¿Cómo estás tan lucido, o con qué alimento has echado tanto cuerpo, cuando yo, que soy mas valiente perezco de hambre? El perro respondió llanamente: tú puedes lograr la misma fortuna, si te atreves a servir a mi amo como yo.
¿En qué? replica el lobo; en ser guarda de la puerta, y defender la casa por la noche de los ladrones, Pues estoy pronto: ahora ando expuesto a las nieves y lluvias, pasando una vida trabajosa en las selvas: ¿Cuánta mas cuenta me tiene vivir a sombra de tejado y hartarme de comida, sin tener que hacer? Pues vente conmigo, dijo el perro. Yendo los dos juntos, reparó el lobo, que el cuello del perro estaba pelado del peso de la cadena, y díjole: ¿De qué es esto, amigo? No es nada. No importa: dímelo por tu vida. Como me tienen por inquieto, me atan entre día para que descanse y vele cuando llegare la noche: suelto al anochecer; ando por donde se me antoja. Tráenme pan sin pedirlo: el amo desde su mesa me alarga los huesos, la familia me arroja sus mendrugos, y cada cual el guisado de que no gusta. Y así sin fatiga se llena la panza. Bien: ¿pero si quieres salir de casa, te dan licencia? Eso no, respondió el perro. Pues sino, concluyó el lobo, disfruta tú esos bienes que tanto alabas, que yo ni reinar quiero, si me ha de faltar la libertad.
✅ El lobo y la cabra
Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no podía llegar a donde estaba ella le dijo: − Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer.
Además, mira este prado donde estoy yo, está bien verde y crecido. Pero la cabra le dijo: − Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo, siendo yo tu plato.
✅ Un hermano y su hermana
Cierto hombre tenia una hija feísima, y al mismo tiempo un hijo de gallardo y hermoso aspecto. Enredando los dos como niños, por casualidad se miraron en un espejo, que estaba en el tocador de su madre.
El chico se precia de lindo: la niña se enoja, y no sufre las chanzas del hermanito vanaglorioso, tomándolas todas (¿Cómo no?) a desprecio suyo.
Fuese, pues, corriendo a su padre, para despicarse, y acusa a su hermano de una culpa muy odiosa; porque siendo hombre, echó la mano al espejo, cosa propia de mujeres.
El padre, abrazando a los dos, besándolos y repartiendo entre ambos su tierno amor, les dice: Yo quiero que ambos uséis del espejo cada día.
Tú, hijo mío, para que no afees con los vicios tu hermosura: y tú, hija mía, para que venzas la fealdad de tu rostro con tus buenas costumbres.
✅ El hombre y la piedra
Un día, Esopo le pidió a uno de sus esclavos que fuera a los baños públicos para ver si había mucha gente. El muchacho obedeció y se dirigió hacia los baños, pero se dio cuenta de que en la entrada había una piedra con la que todos tropezaban al intentar entrar en los baños.
Uno a uno, al chocar con la piedra, se daban la vuelta. Pero entonces vio que una de las personas, antes de entrar, de pronto miró al suelo, se agachó y retiró la piedra para no tropezar. La dejó lejos, en una esquina, para que ninguno más se cayera.
El esclavo entró entonces en los baños y echó un vistazo. Al regresar, Esopo le preguntó:
– Y bien, ¿había mucha gente?
Y él contestó:
– Hummm…. No, solo una persona.
✅ El poeta sobre creer y no creer / Fábulas de Fedro
El creerlo todo y no creer nada, es igualmente peligroso. De uno y otro apuntaré brevemente varios ejemplos. Hipólito murió, porque se dio crédito a su madrastra; Por no habérsele dado a Casandra, fue asolada Troya. Luego se debe examinar mucho la verdad, antes que una resolución indiscreta juzgue con desacierto; mas para no desacreditar esta verdad con antiguallas fabulosas, te contaré lo que pasó en mi tiempo.
Como un marido amase mucho a su mujer, y previniese ya la toga blanca para su hijo, fue llamado aparte por un liberto suyo, que esperaba ser su inmediato heredero, si el hijo faltase; el cual después de haberle contado muchos mas de los delitos de su buena mujer, añadió lo que conocía, que había de herir más en lo vivo a quien le amaba; y fue, que a su casa venia frecuentemente a hurtadillas un hombre con quien ella perdía su fama, y desperdiciaba los bienes de la casa. Irritado él con este falso testimonio, fingió, que iba a la quinta, y quedose, oculto en el lugar: luego a la noche entró de improviso en su casa, encaminándose en derechura al cuarto de su mujer; en el cual ella había mandado dormir a su hijo, por guardarle mejor, respecto de su edad adulta. Mientras buscan luz, y mientras se azora la familia, no pudiendo contener el ímpetu de su cólera enfurecida, se llega a la cama y a tientas toca una cabeza, Luego que sintió que tenia cortado el cabello, le atraviesa el corazón con la espada, no reparando en nada, a trueque de vengar su agravio. Traída la luz, así que vio a su hijo y a la inocente esposa, que dormía en su alcoba, y rendida al primer sueño, nada había sentido, se anticipó a darse el castigo de su maldad, y se arrojó sobre la espada, que había desenvainado su credulidad. Los acusadores dieron querella contra la mujer, y la obligaron a comparecer en Roma ante los centumviros. Tenia contra sí las sospechas de la malignidad, porque poseía los bienes del difunto. Salen a la defensa sus abogados, alegando fuertemente a favor de la mujer inocente. Entonces los jueces pidieron al emperador Augusto, que les ayudase a hacer justicia, a la que estaban obligados por su juramento, porque se hallaban embarazados en una causa tan intrincada. El César, después que disipó las tinieblas de la calumnia, y halló el origen cierto de la verdad: Pague, dijo, la pena el liberto autor de esta tragedia; porque a la mujer despojada del hijo, y juntamente del marido, antes la juzgo digna de lástima, que de castigo. Que si el padre de familias hubiera examinado bien tan atroces delaciones, si hubiera desentrañado el falso testimonio hasta dar en la raíz, no hubiera arruinado su asa con funesto arrojo.
Nada desprecie el oído, ni se crea de ligero, pues tal vez pecan aun los que no pensaras, y los que no pecan son infamados con mentiras. Esto pueda también servir de aviso a los sencillos, para que no juzguen de las cosas por la opinión ajena. Porque la varia ambición de los mortales se deja llevar de su traición, y de su desafecto. Aquel tendrás bien conocido, a quien hubieres tanteado por ti mismo.
Esto he contado mas a la larga, porque he disgustado a algunos con la demasiada brevedad.
✅ El novillo, el león y el bandido / Fábulas de Fedro
Un león estaba sobre un novillo abatido. Se presentó un bandido pidiéndole una parte.
-Te la daría -dijo- si no estuvieras acostumbrado a tomártela por ti mismo.
Y rechazó al malvado. Por casualidad un inofensivo viajero llegó al mismo lugar y, al ver la fiera, echó atrás sus pasos. El león, tranquilo, le dijo:
-No temas nada y llévate con audacia la parte que se le debe a tu modestia.
Entonces, tras hacer trozos del cuerpo del novillo, se dirigió a los bosques para dejar libre acceso al hombre.
✅ La mujer parturienta / Fábulas de Fedro
Nadie visita con agrado el lugar que le ha dañado.
En el momento del parto, transcurridos los meses, una mujer yacía en el sueño profiriendo afligidos gemidos. El marido la exhortó a que descansara su cuerpo en el lecho donde liberaría mejor el peso de la naturaleza.
-No creo -dijo ella- que sea posible de ningún modo poner fin a este mal en el lugar en que se concibió en su principio.
✅ Un piloto y un marinero / Fábulas de Fedro
Estaba una nave a merced de los varios y encontrados, vientos de alterado mar, y la tripulación con las lágrimas, temor y congojas de cercana muerte; serenose de súbito el furioso temporal; continuaron bogando con próspero viento, y al punto se vio a los pasajeros., henchidos de gozo, solazarse con inusitada alegría. Mas el piloto, aleccionado con la experiencia del pasado peligro, dijo así. «Puesto que en la tierra andan siempre asidos de la mano el placer y la pena, mostrémonos tan prudentes antes de llegar al deseado puerto, que tanto las expansiones como las quejas sean siempre moderadas.»
✅ El caballo y el jabalí
Todos los días el caballo salvaje saciaba su sed en un río poco profundo. Allí también acudía un jabalí que, al remover el barro del fondo con la trompa y las patas, enturbiaba el agua. El caballo le pidió que tuviera más cuidado, pero el jabalí se ofendió y lo trató de loco. Terminaron mirándose con odio, como los peores enemigos. Entonces el caballo salvaje, lleno de ira, fue a buscar al hombre y le pidió ayuda. -Yo enfrentaré a esa bestia -dijo el hombre- pero debes permitirme montar sobre tu lomo. El caballo estuvo de acuerdo y allá fueron, en busca del enemigo. Lo encontraron cerca del bosque y, antes de que pudiera ocultarse en la espesura, el hombre lanzó su jabalina y le dio muerte. Libre ya del jabalí, el caballo enfiló hacia el río para beber en sus aguas claras, seguro de que no volvería a ser molestado. Pero el hombre no pensaba desmontar. -Me alegro de haberte ayudado -le dijo-. No sólo maté a esa bestia, sino que capturé a un espléndido caballo. Y, aunque el animal se resistió, lo obligó a hacer su voluntad y le puso rienda y montura. Él, que siempre había sido libre como el viento, por primera vez en su vida tuvo que obedecer a un amo. Aunque su suerte estaba echada, desde entonces se lamentó noche y día: -¡Tonto de mí! ¡Las molestias que me causaba el jabalí no eran nada comparadas con esto! ¡Por magnificar un asunto sin importancia, terminé siendo esclavo!
✅ Las ranas contra el sol
Quiso casarse el sol allá en tiempos antiguos; y tanto se alborotaron las ranas al saber la noticia, que hubo de preguntarles Júpiter el motivo de tan inusitadas quejas. Adelantándose en aquel punto la más osada de entre ellas, dijo: «Al presente el sol es uno solo, y con todo eso, abrasa y deseca nuestras lagunas, forzándonos a morir en estas por todo extremo áridas moradas; pregunto: ¿qué nos sucedería si llegare a tener hijos?»
✅ Fábulas de Fedro: Las dos perras
Fabulas de Fedro
Suelen envolver una asechanza las caricias de los malos, y para no caer en ella, nos conviene tener muy presente lo que diremos a continuación. Una perra solicitó de otra permiso para echar en su choza la cría, favor que le fue otorgado sin dificultad alguna; pero es el caso que iba pasando el tiempo, y nunca llegaba el momento de abandonar la choza que tan generosamente se le había cedido, alegando, como razón de esta demora, que era preciso esperar a que los cachorrillos tuviesen fuerzas para andar por sí solos. Como se le hiciesen nuevas instancias, pasado el último plazo que ella misma había fijado, contestó arrogantemente : «Me saldré de aquí, si tienes valor para luchar conmigo y con mi turba.»
✅ Fábulas de Fedro: De un milano enfermo
Fabulas de Fedro
Hacía largo tiempo que un milano estaba enfermo, y viéndose ya sin esperanzas de vida, rogó a su madre que acudiese al pie de los altares, y cansase a las divinidades con fervientes súplicas por el restablecimiento de su salud. «Que me place, respondió la madre; pero mucho me temo, sea todo infructuoso; porque si tú, atropellando por la reverencia debida a lo sagrado, profanaste los templos y llevaste la osadía hasta el punto de no perdonar ni aún a los sacrificios de los dioses, ¿cómo quieres que les pida clemencia en favor tuyo?»
✅ Fábulas de Fedro: Una vieja a un cántaro
Yacía en tierra un cántaro vacío, y ya fuese por las heces del vino o ya por lo exquisito de su barro, es lo cierto que despedía suavísima fragancia. Violó una vieja, y después de haberle olido, dijo así: «¡Oh suave licor! ¿En qué alabanzas no me desharé al ponderar lo que antes fuiste, mostrando todavía tales reliquias?» Lo que ahora escribo (dice Fedro) declara cuál debió ser el vigor y elegancia de lo que escribí en mejores días.
✅ Fábulas de Fedro: Dos calvos
Fabulas de Fedro
Uno se encontró por casualidad en medio de la calle un peine; llegóselo otro, tan calvo como él, y dijo: «A la parte, a la parte.» Mostrando el primero su hallazgo, añadió después. «Está visto, los dioses han querido favorecernos; mas por nuestra mala ventura hemos hallado, como se dice, carbones en lugar de un tesoro.»
Por entre unas matas, seguido de perros -no diré corría- volaba un conejo.
De su madriguera salió un compañero, y le dijo: «Tente, amigo, ¿qué es esto?»
«¿Qué ha de ser? -responde-; sin aliento llego… Dos pícaros galgos me vienen siguiendo».
«Sí -replica el otro-, por allí los veo… Pero no son galgos». «¿Pues qué son?» «Podencos».
«¿Qué? ¿Podencos dices? Sí, como mi abuelo. Galgos y muy galgos; bien vistos los tengo».
«Son podencos, vaya, que no entiendes de eso». «Son galgos, te digo». «Digo que podencos».
En esta disputa llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos.
Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo.
✅ Fábulas infantiles ✅
✅ El burro flautista
Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora por casualidad.
Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad.
Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada por casualidad.
Acercose a olerla el dicho animal, y dio un resoplido por casualidad.
En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta por casualidad.
«¡Oh! -dijo el borrico-, ¡qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!»
Sin reglas del arte, borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.
✅ Fábulas infantiles ✅
✅ El gusano de seda y la araña
Trabajando un gusano su capullo, la araña, que tejía a toda prisa, de esta suerte le habló con falsa risa, muy propia de su orgullo: «¿Qué dice de mi tela el señor gusano? Esta mañana la empecé temprano, y ya estará acabada a mediodía. ¡Mire qué sutil es, mire qué bella!…» El gusano, con sorna, respondía: «¡Usted tiene razón; así sale ella!»
✅ Fábulas infantiles ✅
✅ El oso, la mona y el cerdo
Un oso, con que la vida ganaba un piamontés, la no muy bien aprendida danza ensayaba en dos pies.
Queriendo hacer de persona, dijo a una mona: «¿Qué tal?» Era perita la mona, y respondióle: «Muy mal».
«Yo creo -replicó el oso- que me haces poco favor. Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso? ¿No hago el paso con primor?»
Estaba el cerdo presente, y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va! Bailarín más excelente no se ha visto ni verá».
Echó el oso, al oír esto, sus cuentas allá entre sí, y con ademán modesto, hubo de exclamar así:
«Cuando me desaprobaba la mona, llegué a dudar; mas ya que el cerdo me alaba, muy mal debo de bailar».
Guarde para su regalo esta sentencia un autor: si el sabio no aprueba, ¡malo! si el necio aplaude, ¡peor!
✅ La zorra y las uvas
Una zorra que dormía bajo una vid se despertó hambrienta y vio sobre su cabeza un hermoso y apetitoso racimo de uvas.
Deseosa de probar aquel dulce y refrescante manjar, la zorra se paró sobre dos patas tratando de alcanzarlas; pero se dio cuenta de que el racimo estaba demasiado alto para alcanzarlo.
Pensó que podría saltar para cogerlo, tomó carrera y dio un gran salto, pero sus patas apenas pudieron rozar las tan deseadas uvas.
Siguió intentándolo varias veces, hasta que rendida, se dio por vencida y se alejó del árbol.
Pero en ese momento notó un pajarillo que había estado observándola todo el tiempo, y sintió vergüenza: ¡aquel pájaro debía pensar que era ridícula e incapaz!
Entonces se dirigió al pajarillo y le dijo:
-Si hubiera querido comerme las uvas las habría alcanzado, pero al saltar me di cuenta de que no están maduras.
Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.
Y diciendo esto se alejó altanera.
✅ Las ranas pidiendo rey
Las ranas vivían en el caos y la anarquía, y estaban cansadas de esta situación. Así que mandaron una delegación para pedirle a Zeus, el rey de los dioses, que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Las ranas se asustaron con el ruido que hizo el leño al caer, y se escondieron entre ramas y piedras. Por fin, al darse cuenta de que el leño no se movía, fueron saliendo de sus escondites. Poco a poco, dada la quietud que reinaba, las ranas comenzaron a despreciar al nuevo rey, brincando sobre él y sentándosele encima, burlándose continuamente.
Al poco se sintieron humilladas por tener un simple leño como monarca, y volvieron a ver a Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, porque éste era demasiado tranquilo.
Entonces Zeus, indignado, les mandó una serpiente de agua muy activa y movediza que, una a una, las atrapó y devoró sin compasión.
✅ La rana y la gallina
Desde su charco, una parlera rana oyó cacarear a una gallina. «¡Vaya! -le dijo-; no creyera, hermana, que fueras tan incómoda vecina. Y con toda esa bulla, ¿Qué hay de nuevo?» «Nada, sino anunciar que pongo un huevo». «¿Un huevo sólo? ¡Y alborotas tanto!» «Un huevo sólo, sí, señora mía. ¿Te espantas de eso, cuando no me espanto de oírte cómo graznas noche y día? Yo, porque sirvo de algo, lo publico; tú, que de nada sirves, calla el pico».
✅ La gallina de los huevos de oro – Fabulas infantiles
Un granjero y su esposa compraron una gallina gorda en el mercado del pueblo y la dejaron en el gallinero, junto con las demás gallinas.
Al día siguiente, cuando fueron al gallinero a recoger los huevos, ¡no salían de su asombro al ver que la gallina gorda había puesto un huevo de oro!
La escena se repitió por varios días: el granjero y su esposa iban al gallinero a recoger los huevos, y la gallina gorda había puesto un huevo de oro.
La pareja entonces ideó un plan: pensaron que si mataban a la gallina y le abrían la barriga, iban a poder sacar todos los huevos de oro juntos, sin tener que esperar a que pusiera uno por día.
Pero se llevaron la peor sorpresas de sus vidas cuando abrieron la panza de la pobre gallina y la encontraron vacía.
El granjero y su esposa se arrepintieron por el resto de sus vidas por haber matado a la gallina de los huevos de oro.
✅ El parto de los montes – Fabulas infantiles
Un día los montes comenzaron a temblar, sacudirse y lamentarse.
Todos los lugareños se asustaron muchísimo al ver a estos montes siempre tan serenos y bonitos, en una actitud tan extraña.
Los montes parecían contraerse y lamentarse, tanto que las parteras del pueblo comenzaron a decir que iban a dar a luz.
Y así las personas que vivían en los alrededores, atemorizadas, fueron viendo durante todo el día cómo los montes se quejaban y temblaban, cada vez más fuerte.
Hasta que al anochecer, se produjo un estruendo tremendo, los montes se abrieron, y de la grieta salió un pequeño ratón.
✅ El escorpión y la rana – Fabulas infantiles
Una rana estaba descansando a la orilla de un río, cuando ve llegar a un escorpión. La rana se asusta un poco, pero el escorpión se demuestra amigable y le dice:
-Amable rana, ¿podrías ayudarme a cruzar el río llevándome en tu lomo? Te prometo que no te picaré. Si lo hiciera, las dos moriríamos ahogadas.
La rana duda un momento, pero después se deja convencer por la explicación del escorpión. Así que lo hace montar en su lomo y comienza a nadar para atravesar el río. A mitad de camino, la rana siente un tremendo dolor en el lomo y se da cuenta de que el escorpión la ha picado. Ya sintiendo que las fuerzas la abandonan y la muerte se acerca, dice al escorpión:
-¿Cómo has podido hacerme esto? ¡Ahora moriremos los dos!
-No he podido evitarlo, es mi naturaleza- responde el escorpión, mientras se hunde junto con la rana.
✅ La liebre y la tortuga – Fabulas infantiles
Había una vez una liebre muy pero muy vanidosa; corría veloz como el viento, y estaba tan segura de ser el animal más rápido del bosque, que no paraba de presumir ante todo aquel que se encontraba en su camino. Pero sin duda quien más sufría la vanidad de la liebre era la pobre tortuga: cada vez que se encontraban por el bosque, la liebre se burlaba cruelmente de su lentitud.
-¡Cuidado tortuga, no corras tanto que te harás daño! Le decía entre carcajadas.
Pero llegó un día en que la tortuga, cansada de las constantes burlas de la liebre, tuvo una idea:
-Liebre -le dijo- ¿corremos una carrera? Apuesto a que puedo ganarte.
-¿Tú ganarme a mí?- le respondió la liebre asombrada y divertida.
-Sí, como lo oyes. Vamos a hacer una apuesta y veremos quien gana- dijo la liebre.
La liebre, presumida, aceptó la apuesta sin dudarlo. Estaba segura de que le ganaría sin ni siquiera esforzarse a esa tortuga lenta como un caracol.
Llegó el día pactado, y todos los animales del bosque se reunieron para ver la carrera. El sabio búho fue el encargado de dar la señal de partida, y enseguida la liebre salió corriendo dejando muy atrás a la tortuga, envuelta en una nube de polvo. Pero sin importarle la enorme ventaja que la liebre le había sacado en pocos segundos, la tortuga se puso en marcha y pasito a pasito, a su ritmo, fue recorriendo el camino trazado.
Mientras tanto la liebre, muy confiada en sí misma y tan presumida como siempre, pensó que con toda la ventaja que había sacado podía tranquilamente echarse a descansar un ratito. Se detuvo debajo de un árbol y se recostó a su sombra, y allí se quedó dormida. La tortuga, lentamente pero sin descanso, siguió caminando paso tras paso.
No se sabe cuánto tiempo durmió la liebre, pero cuando se despertó, casi se queda muda de la sorpresa al ver que la tortuga la había pasado y se encontraba a pocos pasos de la meta. La liebre se levantó de un salto y salió corriendo lo más rápido que pudo, pero era tarde: ¡la tortuga ganó la carrera!.
Ese día la liebre aprendió una importante lección: jamás hay que burlarse de los demás ni creer que somos mejores solo porque hacemos muy bien algo. Y también aprendió que la vanidad nos conduce a dar por seguros éxitos que todavía no hemos alcanzado.
✅ El lobo y la grulla – Fabulas infantiles
Un lobo que estaba comiendo un hueso, de repente se atragantó al quedarle el hueso atravesado en la garganta.
Desesperado, comenzó a correr de aquí para allá pidiendo ayuda.
Se topó con una grulla y le pidió por favor que le ayudara, prometiéndole que la recompensaría por ello.
La grulla accedió y metió su cuello dentro de la boca del lobo, con el pico cogió el hueso y lo extrajo de la garganta del lobo.
Entonces, le pidió su recompensa al lobo; pero éste se alejó riendo mientras le decía:
-La recompensa es que hayas podido sacar tu cabeza de mi boca sin que te comiera.
✅ El lobo con piel de oveja – Fabulas infantiles
Un lobo que estaba cansado de fracasar al intentar cazar las ovejas de un pastor, un buen día tuvo un plan: se disfrazó cubriéndose con una piel de oveja, y se mezcló con el rebaño para pasar desapercibido.
Tan bueno era su disfraz, que al final del día el pastor lo llevó junto con las demás ovejas al corral, y allí lo encerró.
El lobo estaba feliz, pues finalmente iba a poder comerse a unas cuantas ovejas; estaba a punto de llevar a cabo su plan, cuando entró el pastor al corral: tenía que procurar carne para su familia y venía a escoger una oveja para sacrificar.
Escogió al lobo y lo sacrificó al instante, sin darse cuenta de nada.
✅ Las mulas y los ladrones – Fabulas infantiles
Dos mulas caminaban cargadas por un camino. Las dos llevaban cargas muy pesadas, una en sus alforjas cargaba grano, y la otra monedas de oro. Pero mientras que la mula que cargaba el grano iba caminando tranquila por el camino, la que llevaba el oro caminaba con la cabeza erguida y la mirada altiva, moviendo su lomo para hacer tintinear las monedas de oro. Estaba orgullosa de haber sido escogida para llevar una carga preciosa, ¡no ese grano tan ordinario!
Pero de repente, desde atrás de unos arbustos en donde se habían escondido, dos ladrones les salieron al camino. Con unos bastones le pegaron a la mula de las monedas de oro hasta dejarla tirada en el suelo, le arrebaraton los sacos de monedas y escaparon a toda velocidad, sin hacer ni caso de la otra mula.
La mula que llevaba el grano ayudó como pudo a la otra a levantarse, y juntas siguieron su camino. ¡La mula del grano estaba muy contenta con su carga ordinaria!
✅ El elefante y el ratón – Fabulas infantiles
Un día como tantos en la sabana, un gran elefante dormía la siesta. Unos ratoncitos jugaban a las escondidas a su alrededor, y a uno de ellos, que siempre perdía porque sus amigos lo encontraban enseguida, se le ocurrió esconderse en las orejas del elefante. Se dijo:
-A nadie se le ocurrirá buscarme allí, ¡por fin ganaré!
Entonces se escondió, pero sus movimientos despertaron al elefante, que muy molesto pues habían perturbado su sueño, pisó la cola del ratoncito con su enorme pata y le dijo:
-¿Qué haces ratón impertinente? Te voy a aplastar con mi enorme pata para que aprendas a no molestarme mientras duermo.
El ratoncito, asustado, le suplicó llorando:
-Por favor elefante, no me pises. Si me perdonas la vida yo te deberé un favor.
El elefante soltó una carcajada y le respondió:
-Te soltaré solo porque me das lástima, pero no para que me debas un favor. ¿Qué podría hacer un insignificante ratón por mí?
Entonces el elefante soltó al ratón. Sucedió que semanas más tarde, mientras el ratoncito jugaba con sus amigos, se encontró con el elefante atrapado bajo las redes de un cazador. Estaba muy débil porque había luchado mucho para liberarse, y ya no tenía fuerzas para nada más. El ratoncito se puso a roer las cuerdas y después de un rato, logró liberarlo. El elefante le quedó sinceramente agradecido, y nunca más volvió a juzgar a nadie por las apariencias.
Historia del símbolo del dólar: $ El dólar estadounidense no es sólo la divisa más utilizada del mundo y la moneda de los Estados Unidos de América, sino que también es la denominación de la moneda oficial de treinta y cinco países más del mundo, lo que le convierte en el nombre de divisa más popular y extendido del planeta. Pero, ¿se han preguntado alguna…Leer más »El origen del símbolo del dólar
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