El saxofón, ese instrumento que puede derretir corazones en un solo de jazz o reventar la pista de baile con un bombazo ska, tiene un origen tan fascinante y peculiar como las notas que produce.
Su creador, Adolphe Sax, no solo fue un genio musical, sino también un personaje digno de una novela de aventuras. Vamos a sumergirnos en la vida de este excéntrico inventor belga, quien se enfrentó a explosiones, puñaladas y una guerra legal para poder regalarnos el sonido inconfundible del saxofón.
Adolphe Sax: el Leonardo Da Vinci de los instrumentos musicales
Adolphe Sax nació en 1814 en Dinant, Bélgica, en una familia de fabricantes de instrumentos. Desde joven demostró tener una creatividad desbordante y un espíritu innovador.
Pero también tuvo una racha de mala suerte que casi le cuesta la vida varias veces antes de cumplir los diez años. Se cayó desde una altura de tres pisos, casi se ahoga en un río, y hasta ingirió productos químicos tóxicos por accidente.
¿Destino o entrenamiento para lo que le venía?

A pesar de estos incidentes, Sax sobrevivió y canalizó su energía hacia la música y la ingeniería. A los 15 años ya había comenzado a experimentar con la modificación de instrumentos tradicionales, y en 1840, con apenas 26 años, creó el primer saxofón.
Pero este no fue su único invento.
El hombre de las 47 patentes y el Saxocañón
Adolphe Sax no se limitó al campo musical ni a un solo invento. Entre sus 47 patentes, destacó un aparato para gimnasia pulmonar, una sala de conciertos en forma de huevo, y, por supuesto, toda una familia de instrumentos con su nombre: saxotromba, saxotuba y saxhorno.
Pero la palma de la creatividad se la lleva el Saxocañón.
¿Un cañón que dispara proyectiles de nueve metros de diámetro? Sujétame el cubata. Lamentablemente (o afortunadamente), este invento no llegó a materializarse.
La guerra de los instrumentos
Cuando Adolphe Sax patentó el saxofón, probablemente no imaginó que desataría una tormenta en el mundo de la música. Los fabricantes de instrumentos de París, al verse amenazados por este nuevo competidor, iniciaron una campaña de sabotaje que haría que haría suspender en villanía a todos los enemigos de 007.

Entre sus «hazañas» destacaron:
- Demandas legales interminables: Intentaron revocar la patente del saxofón una y otra vez, sin éxito.
- Espionaje industrial: Copiaron el diseño del saxofón y trataron de venderlo como propio.
- Sabotaje físico: Cuando nada de lo anterior funcionó, optaron por algo menos sutil: intentaron quemar la fábrica de Sax.
- Atentados personales: Pusieron una bomba bajo su cama (que explotó antes de tiempo gracias a un fusible defectuoso) y asesinaron a uno de sus trabajadores al confundirlo con el propio Sax.
A pesar de todo, Adolphe Sax sobrevivió y mantuvo su patente, aunque estas guerras lo dejaron en bancarrota más de una ocasión.
El Saxofón: de la banda militar al Jazz
Inicialmente, el saxofón estaba destinado a las bandas militares, donde su sonido potente y versátil podía llenar el espacio entre los instrumentos de viento y los metales.
Pero fue en los Estados Unidos, a principios del siglo XX, donde el saxofón encontró su verdadero hogar: el jazz.

Gracias a leyendas como Charlie Parker, John Coltrane y Lester Young, el saxofón se convirtió en sinónimo de improvisación y libertad. Sin embargo, su versatilidad lo ha llevado a otros géneros: rock, pop, clásica y hasta reguetón.
Curiosidades que (probablemente) no sabían del saxofón
- El saxofón más grande del mundo mide 2,75 metros y pesa 28 kilos. Ideal para quienes quieren hacer música y músculos al mismo tiempo.
- Adolphe Sax también era un maestro del marketing. En una ocasión, organizó un concierto para demostrar que su saxofón podía superar en volumen y calidad de sonido a una banda entera.
- Los saxofones no son de madera, pero pertenecen a la familia de instrumentos de viento-madera. Esto se debe a que utilizan una lengüeta de caña para producir sonido.
- Marcas famosas como Selmer y Yamaha tienen modelos que cuestan más que un coche. El saxofón no solo suena elegante, también puede hacer un roto en tu economía. Y hablamos de un roto de unos 30.000 euros.
- El saxofón ha sido prohibido en varios países. Por ejemplo, durante la época nazi, se consideró «degenerado» por estar asociado al jazz y las comunidades afroamericanas.
Legado y reconocimiento
Adolphe Sax murió en 1894, dejando un legado que ha resonado desde entonces.
Hoy, su ciudad natal, Dinant, celebra su memoria con estatuas de saxofones gigantes en las calles, un museo dedicado a su vida y un festival internacional que atrae a músicos de todo el mundo.

Así que la próxima vez que escuchen el melancólico lamento de un saxofón en una noche lluviosa, recuerden que detrás de esas notas hay una historia de ingenio, resistencia y un hombre que nunca dejó de creer en su invento hasta las últimas consecuencias.
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