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Rodrigo de Jerez: el hombre que encendió un cigarro… y acabó en la cárcel por brujería

La historia de Rodrigo de Jerez no es solo una anécdota pintoresca del pasado; es un espejo de cómo la humanidad tiende a temer lo que no comprende. Este marinero onubense, compañero de fatigas de Cristóbal Colón en el primer viaje a América, se convirtió, sin pretenderlo, en el protagonista de una de las historias más surrealistas del siglo XV.

Porque sí, Rodrigo fue el primer europeo en adoptar el hábito de fumar tabaco… y también el primero en pagar por ello con varios años en prisión.

Rodrigo meets tabaco: flechazo inesperado

Nos situamos en 1492, ese año que por sí mismo es todo un capítulo de un libro de historia por la cantidad de acontecimientos trascendentales que alberga. Entre ellos, el encuentro de los europeos con América y, con ello, la primera toma de contacto con una planta que cambiaría el mundo: el tabaco.

Rodrigo de Jerez, marino por vocación y explorador por obligación, formaba parte del séquito de Colón que desembarcó en las costas de las islas caribeñas. Fue ahí, en alguna playa soleada de Cuba o La Española, donde los indígenas le ofrecieron lo que para ellos era un acto ritual: fumar hojas secas de una planta enrollada. Lo hacían con naturalidad, casi reverencia, como parte de ceremonias espirituales.

Rodrigo, intrigado, aceptó y… ¡boom! Fue amor a primera calada. No sabemos si le fascinó el sabor, la sensación o simplemente la novedad, pero lo cierto es que quedó enganchado.

Cuando regresó a España, no solo traía consigo historias de nuevas tierras y riquezas potenciales, sino también el hábito de fumar. Lo que para él era una costumbre adquirida en tierras lejanas, para sus vecinos en Moguer era algo completamente desconocido.

Y aquí es donde las cosas empiezan a complicarse para el bueno de Rodrigo.

El demonio del humo: miedo, asco y superstición en el Moguer del siglo XV

Imaginen la escena: Rodrigo de Jerez paseando por las calles de su pueblo natal, disfrutando de su recién adquirido hábito de fumar. Con cada calada, exhalaba nubes de humo por la nariz y la boca, algo que, para los habitantes de Moguer, solo podía tener una explicación: estaba poseído. Porque, claro, en una época en la que la ciencia brillaba por su ausencia y la Iglesia dominaba el relato, cualquier cosa fuera de lo común era obra del demonio.

El chismorreo no tardó en propagarse, y en cuestión de días, Rodrigo pasó de ser un marinero respetado a convertirse en el hombre más temido del pueblo. ¿Qué otra explicación podía haber para semejante espectáculo de humo y fuego?

La respuesta, obvia para la época, fue una acusación de brujería.

De fumador a prisionero: la intervención de la Santa Inquisición

Aquí es donde entra en escena la Santa Inquisición, ese temible organismo que tenía un talento especial para mezclar superstición y poder en dosis iguales. La Inquisición, siempre al acecho de herejes y endemoniados, no tardó en tomar cartas en el asunto. Rodrigo fue arrestado, acusado de estar bajo la influencia del diablo y condenado a varios años de prisión.

Rodrigo de Jerez

¿El motivo exacto de su encarcelamiento?

Pues no exactamente el hecho de fumar, sino el temor colectivo que su hábito provocaba.

Exhalar humo de esa forma no podía ser natural, decían; debía ser obra de fuerzas oscuras. Poco importaba que Rodrigo intentara explicar que lo había aprendido de los indígenas americanos. En una España profundamente católica y anclada en la superstición, esa justificación no solo no ayudaba, sino que probablemente empeoraba su situación.

«¿Indígenas fumando? ¡Más pruebas del influjo de Satanás!»

Años en cautiverio: el precio de la incomprensión

Rodrigo pasó varios años en prisión, convirtiéndose así no sólo en el primer europeo fumador, sino también en el primero en pagar las consecuencias de una adicción al tabaco. Durante ese tiempo, el mundo fuera de su celda cambió rápidamente. El tabaco, una vez pasada la novedad, lejos de ser visto como algo demoníaco, empezó a ganar popularidad en Europa.

Mientras Rodrigo cumplía su condena, nobles, comerciantes y aventureros adoptaban el hábito de fumar, pero en este caso, lejos de las acusaciones de brujería.

La ironía es devastadora: Rodrigo de Jerez, pionero del tabaco en Europa, languidecía en una celda mientras su descubrimiento se transformaba en un símbolo de estatus y sofisticación.

La reivindicación póstuma de Rodrigo de Jerez

No sabemos mucho sobre cómo terminó la vida de Rodrigo tras su liberación. Lo que sí sabemos es que, con el tiempo, la percepción del tabaco cambió radicalmente. La planta que una vez lo llevó a la cárcel se convirtió en un producto estrella en toda Europa. Para el siglo XVI, fumar no solo era aceptable, sino que también se consideraba elegante y, en algunos casos, incluso medicinal.

Hoy, Rodrigo de Jerez es recordado como un símbolo de incomprensión y temor al cambio más que como un villano.

Su historia nos recuerda que lo que hoy puede parecer extraño o incluso amenazante, mañana puede ser la norma.

Es el eterno ciclo de la humanidad: resistir lo nuevo hasta que se convierte en tradición.

Curiosidades sobre el caso de Rodrigo de Jerez

  1. El primer «criminal del tabaco»: Rodrigo ostenta el curioso título de ser el primer europeo en enfrentarse a las autoridades por el hábito de fumar.
  2. La ironía del progreso: Durante su condena, el tabaco comenzó a ser importado a Europa a gran escala. Para cuando salió de la cárcel, es probable que el hábito que lo encarceló ya estuviera incluso de moda.
  3. Una lección histórica: La historia de Rodrigo es un ejemplo perfecto de cómo la ignorancia y el miedo pueden llevar a decisiones irracionales. Su caso es una advertencia contra el juicio apresurado y la falta de comprensión.
  4. ¿Qué opinaba la Inquisición después?: Aunque no hay registros claros, es probable que la Santa Inquisición hubiera relajado su postura sobre el tabaco a medida que su uso se extendía. Eso sí, no pidieron disculpas a Rodrigo, porque… bueno, nunca fueron mucho de retractarse.


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EL AUTOR

Fernando Muñiz

Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.

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