Los cántabros tienen un peculiar apodo: «cucos».
Un mote que despierta curiosidad. Pero, ¿de dónde viene esta denominación y qué nos dice sobre la idiosincrasia de los habitantes de Cantabria?
Acompáñennos en este recorrido lleno de curiosidades, anécdotas y, también, su mucho de picaresca para descubrirlo.
El origen del «cuco»: el ave maestra del engaño
El «cuco», en el mundo ornitológico, es famoso por una razón muy peculiar: no construye su propio nido. En lugar de ello, pone sus huevos en los nidos de otras aves, dejando que los «padres adoptivos» críen a sus polluelos. Esta estrategia evolutiva, conocida como parasitismo de cría, es una obra maestra de la naturaleza. El cuco no sólo ahorra energía y recursos, sino que también asegura la supervivencia de sus crías a expensas de otros. Ingenioso, ¿verdad?
Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con los cántabros?
Paciencia, todo tiene su explicación.
Un poco de contexto histórico: el servicio militar y la ley foral vasca
Para entender el apodo «cucos» aplicado a los cántabros, debemos retroceder a una época en la que el servicio militar era obligatorio en España. Entre mediados del siglo XIX y principios del XX, los jóvenes eran reclutados para servir durante unos tres años en el ejército, con destinos que podían ser tan cercanos como la península o tan remotos como Filipinas, Cuba o las colonias africanas.
Sin embargo, los nacidos en las provincias vascas estaban exentos de este servicio gracias a los fueros, un conjunto de leyes tradicionales que les otorgaban ciertos privilegios.
Para los demás españoles, esta exención era poco menos que un lujo inalcanzable.
Y aquí es donde entra en juego el ingenio cántabro.
El ingenio cántabro: dar a luz en «nido ajeno»
Ante la perspectiva de que sus hijos fueran llamados a filas, muchas mujeres cántabras encontraron una solución tan audaz como pragmática: dar a luz en tierras vascas. Poblaciones como Barakaldo, Getxo, Portugalete o Santurce se convirtieron en los escenarios de esta estratagema.
Así, los recién nacidos adquirían la «nacionalidad» vasca y, con ella, el codiciado privilegio de evitar el servicio militar.
Fascinante… mientras otros buscaban formas de «escaquearse» comprando la redención en metálico (algo que sólo podían permitirse las familias acomodadas), las cántabras optaron por un método mucho más creativo.
Y es aquí donde nace el apodo: «cucos», por «poner el huevo en nido ajeno» ergo en la provincia de al lado.
La reacción social: entre la admiración y la burla
Como era de esperar, esta práctica generó comentarios de todo tipo. Por un lado, estaba el reconocimiento al ingenio de las familias cántabras, que encontraban formas de burlar un sistema injusto. Por otro, también hubo quien se enfadó ya que lo veían como una trampa inaceptable y una forma de aprovecharse de unos privilegios ajenos.
Los habitantes de las provincias vascas, en particular, no tardaron en popularizar el mote de «cucos» para referirse a sus vecinos cántabros.
Lo curioso es que, con el tiempo, esta denominación ha perdido su carga negativa y se ha convertido en un apelativo más bien simpático.
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EL AUTOR
Fernando Muñiz
Escritor, profesor, traductor, divulgador, conferenciante, corrector, periodista, editor.