Cuando hablamos de dietas extravagantes, solemos pensar en iluminados que subsisten a base de batidos verdes o la última moda de beber agua lunar (spoiler: no existe, nos lo hemos inventado).
Pero nada, repito, NADA se acerca al nivel de Michel Lotito, alias «Monsieur Mangetout» (el Sr. Comelotodo). Este hombre no solo rompió moldes, sino también metales, vidrios y, sí, hasta aviones.
Literalmente.
¿Se pregunta cómo alguien puede comerse un avión? Pronto lo sabrá.
Michel Lotito, el gourmet con nervios (y estómago) de acero
Michel Lotito nació en Grenoble, Francia, en 1950, con una habilidad que nadie en la maternidad vio venir.
A los 9 años, mientras el resto de los niños experimentaban con caramelos y chicles, Michel tuvo su primer bocado de vidrio. Se le rompió un vaso y pensó: «¿Por qué no?». Y así empezó todo.
Con el tiempo, Michel descubrió que su estómago y esófago eran inmunes a materiales que a cualquier otra persona le mandarían directo a urgencias. Los médicos, fascinados, confirmaron que tenía una capa de mucosa gástrica más gruesa de lo normal y un intestino que parecía haber sido diseñado por un dinamitero.
El menú de Michel Lotito aka Monsieur Mangetout
Si está pensando que su dieta se limitaba a picar entre horas un ocasional pedacito de vidrio, se está precipitando. Lotito no era un simple comensal; era un auténtico sibarita del metal y el caucho. A lo largo de su vida, consumió objetos que harían temblar a cualquier chatarrero. Aquí algunos ejemplos:
- 18 bicicletas.
- 15 carritos de supermercado.
- 7 televisores (probablemente antes de que fueran de pantalla plana).
- 6 candelabros.
- 2 camas completas.
- 1 avioneta Cessna 150 (sí, toda).
Michel no discriminaba. Si brillaba, cortaba o pesaba más de un kilo, seguramente acabaría en su plato.
El banquete más famoso: la avioneta Cessna 150
De todos los objetos que Monsieur Mangetout devoró, su obra magna fue sin duda la avioneta Cessna 150, un biplaza diseñado para surcar los cielos, no para acabar triturado en el estómago de un hombre. Este peculiar festín comenzó en 1978 y se extendió durante dos años.
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¿Cómo se come un avión?
- Preparación previa: Lotito desmanteló la avioneta en piezas más pequeñas.
- Hidratación extrema: Para evitar que los bordes afilados causaran daños, bebía abundante agua y lubricaba su dieta con aceite mineral. Aviso: no prueben esto en casa (ni en ningún lado).
- Paciencia: No era un comedor rápido. Masticaba cada bocado con una tranquilidad que haría envidiar a un caracol perezoso.
Conclusión del chef: Lo menos apetitoso del avión, según Lotito, fueron los neumáticos.
El récord Guinness y la inmortalidad gastronómica
En reconocimiento a su «talento», Michel Lotito recibió el Récord Guinness a la dieta más extraña del mundo. Y vaya si lo merecía. Según las radiografías, podía ingerir hasta 900 gramos de metal al día, lo que viene siendo el peso de un buen martillo (o dos si son chinos).
Nadie ha logrado batir esta marca, y no parece que haya cola de candidatos para usurparle el récord.
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Para completar su legado, el escritor Ben Sherwood se inspiró en él para su novela El hombre que se comió un 747. Aunque Sherwood optó por un enfoque ficticio, lo de Monsieur Mangetout es tan surrealista que apenas necesita adorno ni fantasía.
Hasta aquí los hechos, pero ¿por qué lo hacía?
La eterna pregunta. ¿Por qué alguien decide convertir un carrito de supermercado en un aperitivo? Lotito decía que simplemente disfrutaba de la textura y el desafío. Era su pasión, algo que todos buscamos en la vida, aunque preferiblemente en formas menos… consistentes.
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También aprovechó su habilidad para ganarse la vida. Durante los años 80, Michel cobraba unos 1.000 euros por actuación, donde no solo comía metal, sino que además permitía que le lanzaran dardos, le pellizcaran con alicates y otras cosas sacadas del escaparate de cualquier ferretería.
¿Cómo murió Michel Lotito?
Michel Lotito falleció el 25 de junio de 2007 a los 57 años, y no, no fue por tragarse una pieza de metal mal cortada. Según los informes, murió por causas naturales, lo que es un misterio tan grande como su dieta. Tal vez simplemente decidió que había comido suficiente en esta vida.
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- Sherwood, Ben(Autor)
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