La rueda de la SGAE

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Introducción al teatro tragicómico de la SGAE

Si alguna vez creíste que las intrigas políticas de «House of Cards» eran complejas, o que las estrategias de negocios de «Succession» eran maquiavélicas, prepárate para conocer la historia de la conocida como «rueda de la SGAE» (Sociedad General de Autores y Editores). Este drama corporativo mezcla una cantidad abrumadora de alevosía, nocturnidad, música y altas dosis de absurdo. Y sí, si creías que todo esto sonaba como el guion rechazado de una telenovela, no estás solo.


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Autor: El café de la Historia


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El 30 de junio de 2011, Teddy Bautista, entonces presidente de la SGAE y aparentemente el único hombre que podía manejar este barco lleno de grietas, decidió comer con Iván Ferreiro, el exlíder de Los Piratas. Pero no fue una comida cualquiera; no hablamos de un simple menú del día. No, querido lector. Aquella fue la comida del apocalipsis inminente. Teddy temía que la SGAE, su pequeño reino de derechos de autor, se convirtiera en un nido de ratas. Spoiler alert: no pudo salvar el queso.

Teddy Bautista

La invención de la rueda… ¿de madrugada?

Antes de profundizar en los detalles, hagamos un breve recorrido histórico. La famosa «rueda» nació en Italia, porque, por supuesto, ningún buen escándalo europeo puede resistirse al encanto del Mediterráneo. En Tele 5 (sí, la misma cadena que luego decidió especializarse en realities y tertulias interminables), alguien tuvo la brillante idea de emitir conciertos musicales a horas en las que hasta los búhos bostezan. ¿Por qué? Porque en la madrugada, todo vale.

Esta práctica consistía en llenar la programación nocturna con música de autores afines a las editoriales de las cadenas. Y como la madrugada tiene más minutos que fans de reguetón en TikTok, el dinero generado era impresionante. No es que las audiencias fueran grandes; un concierto podía ser visto por cuatro gatos (literalmente, a veces eran cuatro). Pero, oh, las matemáticas de la SGAE eran una maravilla. Mientras un minuto de «prime time» valía cinco puntos, uno de madrugada se llevaba 0,6. ¿Parece poco? Multiplica eso por miles de minutos de música de insomnio y voilà: una fortuna.


Teddy Bautista, el profeta malinterpretado

El entonces presidente, Teddy Bautista, vio venir el problema desde lejos. Si bien algunos lo acusan de abrir la puerta a la rueda, también es cierto que intentó taparla cuando el agua ya inundaba la planta baja. En un giro irónico del destino, en 2011 fue arrestado junto con otros directivos de la SGAE. Su delito no fue tanto la creación de la rueda, sino no prever que este mecanismo giraría tan rápido que acabaría aplastándolo a él mismo.

¿Pero qué es un buen escándalo sin una pizca de surrealismo? Teddy, en un último intento por salvar su legado, volvió a presentarse a las elecciones de la SGAE en 2018. Perdió de manera humillante ante un grupo de músicos cuya principal aportación al panorama cultural era, básicamente, saber cómo registrar canciones en el momento exacto para maximizar beneficios.


Las noches mágicas de la televisión

Hablemos de las estrellas reales de esta historia: los autores que prosperaron bajo la cálida luz de la rueda. Estos artistas desconocidos (y algunos no tan desconocidos) encontraron en las madrugadas su tierra prometida. Mientras tú dormías plácidamente, ellos amasaban votos y dinero en un ciclo sin fin de conciertos y videoclips emitidos a las tres de la mañana.

Para ilustrarlo, aquí va un ejemplo: Andreas Prittwitz, saxofonista y leyenda de la música «new age», acumuló tantos votos como Víctor Manuel o Miguel Ríos, a pesar de que si le preguntas a tu vecino quién es, probablemente crea que es un personaje de Star Wars. O Diego Illán, baterista, que logró colocarse al nivel de Pablo Alborán, porque, claro, nada dice «éxito rotundo» como ser omnipresente en la parrilla nocturna de Atresmedia.

¿Y qué decir de Jesús Glück? Este compositor llegó a ganar 800.000 euros al año gracias a este sistema. El hombre ya no está con nosotros, pero su legado (y sus millones) siguen dando vueltas en las madrugadas de La Sexta. Su hija, Virginia Glück, ahora es miembro de la junta de la SGAE. Porque en esta telenovela, el nepotismo también tiene su lugar.

Jesús Gluck

¿Y la ética? Bien, gracias

Lo curioso de la rueda es que, técnicamente, no es ilegal. Todo cumple con los reglamentos establecidos por la SGAE. Claro, que algo sea legal no significa que sea justo. Es como si alguien se colara en la fila del supermercado con el argumento de que técnicamente no hay una ley que lo prohíba. Molesta, ¿verdad? Pues ahora imagina esa cola convertida en millones de euros anuales.

Uno de los pocos que se atrevió a levantar la voz fue José Sánchez-Sanz, compositor independiente que vio este sistema como una vulneración de las leyes de la competencia. Según él, «las televisiones privadas emiten en un espacio público y deberían preocuparse por mostrar diversidad cultural». Pero claro, exigir ética en este contexto es como pedirle a un gato que deje de jugar con una bola de lana: simplemente no va a ocurrir.


El desenlace… o algo parecido

En 2017, el sistema de la rueda alcanzó niveles absurdos. De los 27 millones de euros generados por las televisiones, 12,5 millones provenían de música emitida en la madrugada. Y mientras algunos autores se llevaban unos pocos miles al año, una élite de 50 artistas se embolsaba cifras de seis dígitos. Esto llevó al gobierno a intervenir y limitar el porcentaje que las televisiones podían recuperar a través de la música nocturna.

¿El resultado? La rueda sigue girando, aunque un poco más despacio. Sin embargo, como cualquier buen villano de película, este sistema siempre encuentra una manera de sobrevivir. Porque si algo hemos aprendido de esta historia es que, en la vida y en la SGAE, la realidad siempre supera a la ficción.


Reflexión final

La historia de la SGAE y la rueda no es solo un ejemplo de cómo se puede manipular un sistema para beneficio propio, sino también un recordatorio de que, en el mundo de los derechos de autor, a veces lo más difícil no es crear arte, sino sobrevivir al circo que lo rodea. Así que, la próxima vez que pongas música para dormir, recuerda: mientras tú sueñas, otros están haciendo fortuna con tu insomnio. Y la rueda, como el tiempo, nunca deja de girar.

Dos vídeos explicativos de la «rueda»

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