El insólito testamento de Charles Vance Millar

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Autor: El café de la Historia


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El testamento de Charles Vance Millar y el conocido como asunto “Great Stork Derby” (la carrera de la cigüeña) fue un sonadísimo episodio en el Toronto de hace un siglo.

Todo empezó con un fallecimiento, el consiguiente testamento y, con él, la mayor broma que se recuerda en Canadá.

The Great Stork Derby

Cuando Charles V. Millar murió sin descendencia en 1926, legó su fortuna a la mujer que fuera capaz de tener más hijos en un lapso de 10 años.

Lo que siguió fue un baby boom sin precedentes en Canadá.

Millar, millonario, excéntrico y… bromista

El abogado, y financiero Charles Millar Vance fallece la noche de Halloween de 1926.

Hasta ese momento, había llevado una vida relativamente discreta siendo un personaje desconocido para la mayoría de sus compatriotas.

Fue la última voluntad de su testamento lo que le convirtió en famoso a nivel nacional: una inusual cláusula prometía la mayor parte de su enorme patrimonio a la mujer que pudiera dar a luz a la mayor cantidad de bebés en Toronto durante la década posterior a su muerte.

El testamento de Millar
El testamento de Millar

Y, como decíamos, lo que siguió fue un apoteósico baby boom conocido como el Gran Derby de las Cigüeñas de Toronto.

¿Quién era Charles Millar Vance?

Nació el 28 de junio de 1854 en Aylmer, Ontario.

Se convirtió en un destacado abogado y trabajó en su propia firma con sede en Toronto.

Era un bromista de manual y disfrutaba jugando con el amor de la gente por el dinero.

Charles Vance Millar
Charles Vance Millar

Millar dejaba caer billetes en la acera y se escondía para observar las caras de las personas mientras se metían rápidamente el dinero en los bolsillos pensando que nadie los miraba.

Les decía a sus amigos que ese pasatiempo “era pura educación en la naturaleza humana”.

En 1926, después de una exitosa carrera como abogado, siendo propietario de un establo de carreras y presidente de la cervecería católica O’Keefe, murió repentinamente en su escritorio mientras se encontraba en una reunión de trabajo. Tenía 73 años. Era soltero y sin familia que heredase su patrimonio.

El testamento

La última voluntad y el testamento de este millonario bromista rebosaban ironía.

Por un lado, dejó las acciones de la cervecería (recuerden, cervecería católica) O’Keefe a un grupo de ministros protestantes prohibicionistas… ¡furibundos anti-alcohol!

A activistas contra las apuestas en las carreras de caballos 25,000 en acciones de su hipódromo.

También dejó 500 dólares a un ama de llaves que ya estaba muerta.

Incluso legó una finca de vacaciones en Jamaica a tres abogados que se odiaban entre sí con la condición de que todos vivieran allí juntos.

Millar admitía en el documento que su testamento era «poco común y caprichoso» y se reprendió a sí mismo por acumular más riqueza de la que podría gastar en su vida.


Lo que dejo”, escribió Millar, “es una prueba de mi locura al reunir y retener más de lo que necesité en mi vida”.

Pero la cláusula más notable del excéntrico testamento es la que acabaría transformando la vida de muchas familias de Toronto, provocando un frenesí mediático que duró más una década y que, perversamente, daría interminables problemas al mismo sistema legal del que Millar había sido parte.

La mayor porción del patrimonio de Millar, dejó por escrito el bromista millonario, se entregaría “a la madre que, desde mi muerte, haya dado a luz en Toronto al mayor número de niños”.

Que empiece la carrera de la cigüeña

El testamento de Millar estipuló específicamente que 10 años después de su muerte, su fortuna, que ascendía a más de 10 millones de dólares al cambio de hoy, sería entregada a la madre de Toronto que hubiese dado a luz a la mayor cantidad de niños.

En caso de empate, el dinero se dividiría entre las madres.

Algunos creían que todo el truco era una broma para divertir a los amigos de Millar desde el más allá y poner a prueba el sistema legal.

Otros pensaron que era una declaración en apoyo del control de natalidad al “poner el foco en la reproducción desenfrenada” con la intención de “avergonzar al gobierno para que legislara al respecto”.

Cualquiera que hubiera sido la verdadera motivación de Millar, se convirtió en un experimento social, matemático, antropológico y biológico altamente elaborado y muy seguido por toda la sociedad.

Y, claro, lo que vino a continuación fue una loca carrera de fabricación de bebés.

Al principio, la prensa calificó el testamento de Millar como un documento «alucinante».

Nadie podía creerlo.

Pero pronto, los periódicos de todo el país comenzaron a seguir la historia.

El Milwaukee Journal, con el asunto en portada
El Milwaukee Journal, con el asunto en portada

El Toronto Daily Star incluso asignó un reportero especial al “gran derby de la cigüeña” que se encargaba de perseguir a las mujeres embarazadas por la ciudad para conseguir acuerdos de exclusividad.

Pronto, todo Canadá (y hasta Estados Unidos) estaba pendiente de la loca carrera procreadora.

Y no tardaron en aparecer innumerables madres con bebés recién nacidos postulándose para reclamar la herencia.

Con el paso de los años y en vista del ritmo procreador, fueron once las familias que competían oficialmente en el Great Stork Derby en su recta final.

Los medios de comunicación se volvieron locos en los días previos a la fecha límite de los diez años y se siguió esta chalada carrera entre las familias contendientes con gran emoción.

Diez años después

El 31 de octubre de 1936, a las 4:30 p. m., exactamente 10 años después de la muerte de Millar, se cerró el concurso.

Algunas mujeres intentaron reclamar nacimientos que no estaban registrados oficialmente entre otras artimañas.

Surgieron muchas otras preguntas:

¿Contaban los bebés nacidos muertos?

¿Qué pasa con los niños nacidos de madres solteras?

¿Entran en el concurso las mujeres que vivían en el área metropolitana de alrededor de Toronto?

Al final, el juez William Edward Middleton, un hombre defensor de las familias numerosas siendo él mismo el mayor de nueve hermanos, tomó la decisión final sobre el ganador.

Declaró un empate entre Annie Katherine Smith, Kathleen Ellen Nagle, Lucy Alice Timleck e Isabel Mary Maclean, cada una de las cuales dio a luz a nueve hijos durante la década de competición.

Tras diez años pariendo, llegan los premios

La familia Timleck
La familia Timleck

Timleck, Nagle, Smith y MacLean recibieron alrededor de 125,000 dólares cada una, que viene a ser alrededor de dos millones al cambio actual.

Los Nagle posando con el periódico que anunciaba los ganadore
Los Nagle posando con el periódico que anunciaba los ganadores

Otras dos madres, la señora Kenny y la señora Clarke, recibieron ambas cantidades más pequeñas ya que sus hijos nacieron muertos, fueron declarados ilegítimos o no fueron registrados correctamente.

La familia Kenny
La familia Kenny

Sin embargo, todas ellas cobraron lo suficiente para poder comprar casas nuevas y pagar la educación de todos sus hijos.

Consecuencias de la «broma»

Al final, las madres ganadoras cobraron lo estipulado en el testamento y si lo hicieron fue gracias a que Millar, como excelente abogado que era, blindó firmemente la cláusula de la «cigüeña» en vistas de lo que pudiera ocurrir una vez él hubiera muerto.

El caso de su testamento rebotó de juzgado en juzgado desde el mismo momento de hacerse público al ser cuestionado por personas de toda índole y creencias: desde los que estaban en contra de tanta procreación a discreción, como el gobierno local que exigía que ese dinero revirtiese en sus arcas.

Incluso aparecieron familiares muy lejanos de Millar que reclamaban lo que -según ellos- les pertenecía.

El punto final a tantas impugnaciones e idas y venidas de tribunal en tribunal lo puso la Corte Suprema de Canadá dando validez a la «cláusula» y finalizando “un extraño capítulo en la historia legal y obstétrica canadiense” según informó la prensa de le época.

El asunto del Great Stork Derby en las noticias

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