La suerte de Michael Larson

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Autor: El café de la Historia


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Michael Larson y Press your luck

En 1984 uno de los concursos televisivos más populares de Estados Unidos era Press Your Luck de la CBS.

Millones de estadounidenses se sentaban cada día ante el televisor para ver cómo los concursantes se las veían contra un diabólico panel con dieciocho recuadros.

LA SUERTE DE MICHAEL LARSON

«Vamos a tener mucha pasta hoy, puedo sentirlo».

Con esta profética frase abrió el presentador Peter Tomarken el programa del 18 de mayo de 1984 mientras anunciaba a los concursantes del día.

Entre esos concursantes estaba Michael Larson, un tipo normal, casi anodino, que al final del programa le había soplado a la cadena más de 110.000 dólares.

Las cifras de premios que se solían llevar los participantes no solían ser especialmente altas, y hasta ese momento el récord absoluto lo tenía un concursante que un año antes se había llevado 25.000 dólares a lo largo de tres programas.

Pero lo de Michael Larson se escapaba a la lógica.

Tanto que no había manera de eliminarlo, alargándose de tal manera la duración del programa que tuvo que dividirse en dos partes.

Para entender mejor lo que pasó ese día de 1984 empezaremos por explicar las reglas del concurso.

Las reglas de Press your luck

LA SUERTE DE MICHAEL LARSON
El temido Whammy

El programa duraba unos 25 minutos y se enfrentaban tres concursantes que respondían las preguntas del presentador.

Responder correctamente esas preguntas más bien facilonas te daba derecho a jugar un panel apretando un botón. El panel usaba un patrón aleatorio que iba pasando fugazmente por dieciocho cuadros.

Al activar el pulsador mientras se gritaba Stop!, la luz se paraba en una casilla de su loco recorrido en la cual podía haber diferentes premios que ganaba directamente el concursante, con la posibilidad de una tirada extra.

Pero también existía la figura del Whammy, el aguafiestas del concurso, en el cual si la luz aleatoria se detenía, se perdía todo lo ganado. Y el marcador quedaba a cero.

En los primeros segundos del siguiente vídeo se puede apreciar el frenético funcionamiento del panel.

Como habrán observado, el factor suerte era primordial para irse a casa con lo puesto, así que la inmensa mayoría de los concursantes optaban por retirarse si conseguían un premio menor por el más que evidente peligro de perderlo todo.

En la presentación en sociedad del concurso, el directivo de la cadena Ron Schwab, lo definió «como el Titanic de los concursos, una maravilla tecnológica de su tiempo«.

Poco se imaginaba Schwab que el iceberg estaba de camino. Y respondía al nombre de Michael Larson.

¿Quién era Michael Larson?

Pues un ciudadano normal y corriente que se obsesionó con el mecanismo de los concursos buscando ese punto débil, ese fallo en el sistema, ese error que había pasado inadvertido para todos. En fin, según los que le conocían, cualquier cosa para ganarse la vida menos tener un trabajo y una vida convencional.

Previamente, su obsesión se había dirigido hacia otros concursos como las versiones estadounidenses de El precio justo y La ruleta de la fortuna, pero tras estudiarlos minuciosamente no logró sacar en claro ningún patrón del que aprovecharse.

Hasta que en 1983 la CBS lanzó Press your luck.

En una habitación de su casa colocó varias televisiones emitiendo todas las grabaciones en vídeo del programa al unísono, y se pasaba dieciocho enajenadas horas al día observando la secuencia del panel en una locura rayana en la chifladura.

Hasta que… ¡Eureka!

Larson creyó haber encontrado la clave: el proceso de la luz que iba viajando a la velocidad de un suspiro por todo el panel en una secuencia aparentemente aleatoria no lo era tanto.

Y él creyó descubrir las diferentes fases del método que le permitirían apretar el pulsador lejos del temido Whammy: encontró que, en realidad, no era tan aleatorio como parecía sino estaba repitiendo los mismos cinco patrones una y otra vez.

Lo más importante que descubrió fue que dos casillas del tablero, la 4 y la 8, siempre contenían una combinación de dinero y una ronda extra. Y como había memorizado los patrones, sabía exactamente cuando el tablero aterrizaría en cada casilla.

Ahora faltaba grabar en su memoria todo aquello, que no era poco.

18 de mayo de 1984, Press your luck

Cuando el presentador del programa, Peter Tomarken, le preguntó a qué se dedicaba, su respuesta fue: «Conduzco un camión ambulante de helados y espero ganar el suficiente dinero hoy como para no tener que volver a hacerlo«.

Ataviado con traje y corbata y con las secuencias memorizadas en su cerebro jugó ¡cuarenta y siete veces el panel! Una racha de éxito que sólo hay un 0,027 % de posibilidades que ocurra.

La locura se desató en el plató.

Larson al principio tuvo algún error pero cuando cogió la directa ya no le paró nadie. No se plantaba y seguía ganando y ganando panel tras panel.

Tan seguro estaba el programa que era imposible que nadie pasase más allá de unas pocas rondas, que las reglas no contemplaban una situación como la que se estaba viviendo. Los diseñadores del panel habían calculado que lo máximo que se podía llevar un concursante, con la suerte muy de cara y con una racha extraordinaria, eran 25.000 dólares.

El azorado presentador no daba crédito mientras no dejaba de exclamar que lo que estaba pasando era increíble. Los espectadores no se separaban de la pantalla ante algo que no tenía lógica alguna, y en la sala de producción saltaron todas las alarmas; los teléfonos sacaban humo, las carreras con instrucciones se sucedían tras las cámaras y, ajeno a todo esto, haciendo gala de una tranquilidad pasmosa, Larson se llevó, panel a panel, evitando al funesto Whammy, 100.000 dólares en efectivo, un velero y dos viajes.

Total: más de 110.000 dólares en premios.

LA SUERTE DE MICHAEL LARSON

La CBS intentó por todos los medios no pagarle el premio pero no pudo demostrar que Larson había hecho trampa de alguna manera.

Eso sí, tras el «incidente Larson» las reglas de Press your luck se endurecieron aún más, se implementó una secuencia informática mucho más desfavorable al concursante, y Larson estuvo vetado no sólo en cualquier otro concurso de la CBS. sino en todos los demás concursos de cualquier cadena de Estados Unidos.

Aquí tienen un resumen de la hazaña:

Tras sus quince minutos de fama, la existencia de Larson se complicó y su vida fue un tobogán hacia el infierno que acabó en 1990 a causa de un cáncer de garganta, cuando el FBI le estaba pisando los talones a cuenta de una estafa a miles de inversores por valor de tres millones de dólares en una inexistente lotería.

Pero eso ya es otra historia…

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8 comentarios en «La suerte de Michael Larson»

  1. ¡Cómo mola que te las ingenies para engañar al que se lo ha montado para que no ganes!

  2. Leer historias como la de Michael Larson te alegran el café, la mañana y la semana. Lástima de ese mal final que ustedes dejan abierto y que podría ser la continuación y segunda parte de este artículo. Yo dejo la idea por si prospsera

    • Gracias Sincurse pero este hombre acaba muy mal. Ideó estafas que arruinaron familias enteras, como decimos en el artículo siempre estaba dándole a la sesera para encontrar maneras de vivir sin trabajar, en fin…

  3. Alucino y mucho con sus artículos, agradecido por poder leerles. Sigan así.

Los comentarios están cerrados.